La gran ola

A pesar del alarmismo, se sabe que en los últimos 262 años no ha ocurrido ningún maremoto similar en Cádiz

Hola, hola… Ha llegado La gran ola. Se trata de un documental del director Fernando Arroyo, que ayer se estrenó en algunos cines de la provincia. Se supone que su objetivo es alertar sobre el riesgo de que un gran tsunami destruya las costas de Cádiz, Huelva y el sur de Portugal. Se utiliza una recreación, y se advierte que no existen planes adecuados para la evacuación, en caso de una desgracia semejante. Por las radios nacionales, por algunas televisiones, ya han empezado a asustar con este asunto. Incluso se aventura que el tsunami puede ser inminente, para lo que no existe ninguna previsión científica que lo garantice, ni que lo deje de garantizar. Pues los tsunamis no tienen todavía predicciones fiables.

Se sabe que puede ocurrir. Se sabe que ocurrirá… Esto es como el fin del mundo. . En las misas televisadas también lo dicen: "Velad porque no sabéis el día ni la hora" (Mateo 25:13). Comprendo que quieran asustar a la gente, para que acudan a ver la película. El último maremoto gordo ocurrido en el área de referencia tuvo lugar el 1 de noviembre de 1755. Fue el llamado terremoto de Lisboa, que causó 90.000 muertos en esa ciudad, unos 10.000 en Marruecos y un número indeterminable en otras zonas andaluzas. En Cádiz es muy conocido porque dio lugar a que sacaran el estandarte de la Virgen a la calle de la Palma y se apaciguaron las aguas. Aparte de eso, ayudaron la configuración de la Puerta de Tierra y las murallas. Según algunos testimonios, en el barrio de la Viña murieron 15 personas. En Sevilla se hundieron 300 casas y hubo nueve muertos. Allí no llegaron las olas, sino el terremoto, que fue más dañino.

A pesar del alarmismo, se sabe que en los últimos 262 años no ha ocurrido ningún maremoto similar en Cádiz. Eso no significa que no pueda pasar, sino que no ha pasado. Quiere decir que sólo los gaditanos que tengan más de 262 años han visto un maremoto en esta ciudad. Como ninguno es tan mayor, a pesar del envejecimiento de la población local, significa que no lo ha visto nadie, excepto en el cine.

El alarmismo actual no tiene ninguna base científica a corto plazo. El alarmismo se basa en que Lisboa sufrió otro gran terremoto en 1531; esto es, 224 años antes del último destructivo. Si hubiera uno cada dos siglos y medio, ya vamos con retraso. Aprobar planes de evacuación en los gobiernos y ayuntamientos es estupendo, pero no evitan ni los terremotos ni los maremotos. La investigación en la sismología todavía es incapaz de predecir estos fenómenos a tiempo. Por ello, con planes o sin planes, sólo nos quedan las novenas y los estandartes.

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