La ciudad sueña con la caída de la verja del Muelle para ganarle metros a la ciudad. Mientras tanto, mientras la ciudadanía le reclama suelo al puerto de Cádiz, se produce la letanía de un paseo que sirve para todo menos para pasear. Canalejas discurre en paralelo a la verja y nada más que sirve de hospedaje para los sin techo o para reuniones que, casi siempre, terminan requiriendo presencia policial. Es uno de los escaparates que primero atisban los miles de cruceristas que llegan a la ciudad, incluso antes de bajarse del barco, pero nadie logra encontrarle el sentido y sacarle jugo a ese paseo que refleja el fracaso de un proyecto urbanístico que apuntó bajito para, pronto, fracasar. Éxito, por contra, de la nueva arquitectura de San Juan de Dios, que ha terminado por eclipsar y pegarle el puntillazo definitivo a Canalejas, que reclama un guiño urgente. Se merece una pensadita.
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