Calle Ancha

Alberto Ramos / Santana

140 fotos

AUNQUE en 1826 el francés Nicephoro Niepce presentó lo que se puede considerar la primera fotografía, tras diez años experimentando con la fijación de imágenes, mediante ácido nítrico, en un papel tratado con cloruro de plata, y después de que, tras asociarse con Louis-Jacques Mandé Daguerre, muerto Niepce en 1833, Daguerre continuara perfeccionando el descubrimiento y terminara "inventando" el daguerrotipo, se considera que la fecha oficial del nacimiento de la fotografía es el 19 de marzo de 1838, el día en que Francois Arago presentó el invento ante las Academias de Ciencias y Bellas Artes de París, la fotografía se ha convertido en un documento precioso para conocer la vida común de hombres y mujeres.

Poco a poco la fotografía se convirtió en un instrumento imprescindible en la vida de los seres humanos, que, tras superar las primeras prevenciones contra ese invento que reflejaba sus cuerpos -y que, pensaban algunos, podía robar sus almas- reconocieron su utilidad como elemento fundamental de la memoria personal y colectiva. Basta recordar como, por igual, se fotografiaba un acontecimiento alegre que uno triste, se fotografiaba, y se fotografía, tanto una boda, un bautizo o una victoria deportiva, como se recoge la imagen de un entierro, una catástrofe o un desamor. Lo importante es que quedara y quede la memoria gráfica de lo acontecido, de lo ocurrido accidentalmente o de los seres queridos. Como mejor ejemplo, la costumbre surgida en los últimos años del siglo XIX de fotografiar a ser querido fallecido. Una forma, en suma, de guardar en una imagen una parte de nuestra historia personal.

Es lo que ocurre cuando contemplamos la exposición de ciento cuarenta imágenes, de ciento cuarenta fotografías, que Joaquín Hernández Kiki ha colgado en los claustros de la Diputación de Cádiz. Buena parte de la historia contemporánea española y gaditana aparece reflejada en ese conjunto de imágenes. Para Kiki es igual de importante reflejar un detalle infantil, que una noticia política, el encuentro entre dos grandes escritores ideológicamente alejados durante años, que la expresividad de un momento del Carnaval gaditano. La atenta mirada de Kiki, que se observa en sus imágenes, nos permite recobrar momentos pasados que forman parte de nuestra historia común. Son imágenes que recogen visiones de épocas pasadas, de instantes que forman parte de nuestra historia, que tienen un importante valor testimonial que las convierten en verdaderos y valiosos documentos sobre nuestro pasado común. La exposición es una verdadera joya, un placer para la vista y una forma de recobrar nuestra memoria colectiva.

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