Miki&duartela esquinalas dos orillas

José Aguilar / José Joaquín León

Es nuestro festín¿Es gafe Ibarretxe?

PARA celebrar, sin duda, que han "arreglado" el problema del cambio climático comprometiéndose a reducir las emisiones contaminantes... en el año 2050, los líderes más poderosos del mundo, el llamado G-8, se han dado un festín. Para festejar que imponen a las naciones emergentes -a las que ni siquiera invitaron a debatir- medidas de limitación de su crecimiento, se ha despedido con un banquete imperial (el encuentro era en Japón). Para solazarse por haber aprobado 6.360 millones de euros a fin de paliar la crisis alimentaria y, a la vez, haber bajado la ayuda a África, se pusieron hasta la corcha, probando hasta diecinueve platos tan exquisitos como el congrio con azucenas. No pasaron hambre en la cumbre contra el hambre.

Es fácil denostar a estos caballeros que ni siquiera disimulan la ostentación de su riqueza y prepotencia. El mundo camina sobre un polvorín mientras ellos disfrutan del congrio con azucenas después de un sinfín de reuniones que no resuelvan nada y continúan reservándose el derecho de veto a incorporar a países que son las potencias del futuro (China, India, Brasil...), sin las cuales no habrá soluciones a los conflictos de la economía global, la penuria, la deslocalización, la energía y los precios. Entre los ocho, más el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, se encuentran algunos de los más notorios petardos de la política contemporánea. De ahí que no extrañen su insensibilidad y miopía.

Ahora bien, ¿acaso van por libre o más bien son representativos de sus respectivas naciones que les han elegido democráticamente? Ésta es la madre del cordero, que resulta molesto decir en público. Lo único que hacen estos mandatarios, aunque grosera y cínicamente, es defender el modo de vida de la minoría rica del mundo, a la que pertenecemos. Si mantuvieran otra postura tendrían que decirnos que nos olvidáramos de las familias con varios coches, el aire acondicionado a tope en todas las habitaciones, el trabajo de millones de empleados en la industria contaminante, segundas residencias, ordenadores y televisores en cada cuarto, etcétera. También tendrían que convencernos de que no exigiéramos máxima rentabilidad a los fondos en los que hemos invertido nuestros ahorros y pensiones y de que renunciásemos a subvencionar a nuestros agricultores para que puedan competir con ellos los campesinos de las naciones pobres. Creo que no lo van a intentar porque saben que no se lo permitiríamos.

Con eso no pretendo excitar nuestra mala conciencia ni exonerar a las clases dirigentes nativas que esquilman a la humanidad subdesarrollada. Únicamente sugiero que los Bush, Berlusconi y demás no son unos fantoches que actúan a su aire, sino nuestros dirigentes.

SEGUIMOS buscando gafes por la geografía española y aparece un caso probable: Juan José Ibarretxe, el lehendakari más lehendakari que hemos conocido. Supongamos que la selección española de Luis Aragonés hubiera caído en cuartos ante Italia, en los penaltis, y que Rafa Nadal hubiera perdido el quinto set de la final de Wimbledon. ¿Qué dirían los tertulianos y tertulianas, los columnistos y columnistas? Pues lo de siempre: que nunca pasamos de cuartos, que Luis Aragonés es un viejo y lo deberían haber echado dos años antes, y que esto es lo que pasa por no convocar a Raúl; y además que Nadal está progresando, pero que Federer en la hierba es intratable. Y como no les gusta la crisis, por no molestar a Zapatero, se hubieran puesto a despotricar de la consulta ilegal de Ibarretxe, una tremenda amenaza para España.

Ahí se ve la importancia de que Casillas parara dos penaltis en la tanda y de que Rafa Nadal no enviara dos pelotas fuera y cediera su servicio en el quinto set cuando Federer le ganaba por 5-4, 6-5, ó 7-6, que lo tuvo el suizo. No pasó lo de siempre, y ahí le duele al lehendakari. Por culpa de hacer historia han dejado de escribirse centenares de artículos sobre su augusta persona y sus históricas ocurrencias. Y si este mismo texto se escribe sobre él es simplemente para reflexionar sobre su gafancia, que le ha impedido el éxito de la canción del verano, cuando parecía garantizado con su pegadizo tema Referéndum por aquí, referéndum por allí.

Urkullu y otros talentos del PNV creo que iban en la Eurocopa con Rusia, ya que no estaban en la fase final Escocia, País de Gales, Irlanda del Norte ni Eslovaquia, que son sus modelos. Del lehendakari no han llegado pronunciamientos, quizá porque se entretenía buscando el apoyo de las señoras del PCTV para que le dieran el sí, pero no, tras consultarlo con ETA. Al señor Ibarretxe le interesaba claramente una eliminación en cuartos, porque así se quedaba con los meses de julio y agosto para que hablaran y escribieran de él mismo y de su mismo plan.

Ha sido gafe. No para España y la Humanidad, sino para sí mismo, que es la peor de las gafancias. Y además han aprovechado la coyuntura para darle un premio a Josu Jon Imaz sin que apenas se notara. El hombre que desafió a Ibarretxe y dejó la presidencia del PNV, el hombre que se puso la barbita de moderado frente a las boinas del pasado, ha sido recompensado con la presidencia de Petronor, que no es una confitería de Barakaldo, sino Petróleos del Norte, participada al 85,9% por la primera multinacional española Repsol YPF, que preside el catalán Antonio Brufau. Uno quiere el Estado libre asociado y otro se va donde más se trinca del Estado. El plan de Imaz ha sido mucho mejor que el de Ibarretxe.

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