Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

A yer no se hablaba de otra cosa, las encuestas dan un empate entre PSOE y PP, aunque los socialistas saquen más votos. Empate en escaños. E inmediatamente se ha empezado la madeja de consecuencias, como el papel dirimente de "los catalanes", así, con esta fórmula odiosa que mete en el mismo saco, el mismo saco de votos, a los nacionalistas y todos los demás. Los catalanes. Con el resoplido que acompaña al gesto de la mano, como sacudida por un calambre: "¡Lo que nos va a costar esto!" Diga misa el Rey, se desgañite pidiendo unidad, consenso, solidaridad efectivaý Asentimiento hasta la misma noche del 9 de marzo, cuando Rubalcaba diga que el PSOE ha sacado un punto más de votos, o dos puntos. Y no diga que ambos partidos tienen el mismo número de escaños. Y todos pongan cara de gobernabilidad, de legitimidad democrática y todas las palabras que quieran para no decir "¡Lo que nos va a costar esto!" Y lo que puede ser peor, pagarlo.

De cualquier modo, si hay empate ya para qué va uno a votar. Es la derivada de "to el pescao vendío". ¿O es una distracción, una "primera" llamativa para el 2 de enero, que el 1 no hubo periódicos? Conviene quitarle importancia a todo esto y seguir caminando hacia el 9 de marzo (digo yo), explicando, clarificando, informando, criticando, preparando a los ciudadanos para un voto responsable, meditado. Y libre. Quiero decir, no poner la cabeza en la bandeja de los insaciables "catalanes", víctimas de los nacionalistas, tan hábiles en las falsas afirmaciones, en las manipulaciones y en el barrer para su casa (de ellos, de los nacionalistas) aunque lleven al precipicio al país entero. "¡Lo que nos va a costar esto!", que decíamos. Y que si Aznar hablaba catalán en la intimidad, Zapatero ya era del Barça desde chiquitillo, y forofo que es, buenoý

Marzo está ahí del mismo modo que todo está ahí, esta crisis que recorre Europa, la crisis de la subida de los precios, de la recesión, de la inflación subyacente (¡!), del miedo que nos están metiendo en el cuerpo con las hipotecas, el precio del barril de crudo, la caída de la actividad económica, el aumento de la cesta de la compra y del consumo en general, el paro, el mileurismo y el principio de lo mismo, y lo locos que algunos se vuelven cuando llegan las urnas, haya empate o no haya empate. Más que nada por eso decía, que la gente miente hasta en las encuestas y que tiempo al tiempo, marzo todavía no ha dicho la última palabra. Quedan enero, y febrero. Y los nueve días de marzo, como un título de novela.

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