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La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La crisis de Susana

Con esta crisis, Susana ha enviado un doble mensaje: me importa mucho Andalucía y no lo he estado haciendo bien

También ha sido innovadora en esto. Susana Díaz contradijo el hábito de los gobernantes de no cambiar el equipo cuando todo el mundo les aconseja que cambien el equipo. Sencillamente, la crisis era impostergable porque ella la había ido postergando en función de su único interés desde hace al menos año y medio: el liderazgo del PSOE.

Perdida, quizás para siempre, la batalla por el liderazgo socialista, Susana ha entendido al fin que su primera obligación como dirigente política era y es gobernar a los andaluces, que son quienes la pusieron donde está y gracias a los cuales es lo que es. El mensaje de esta crisis en el gobierno de la Junta es doble: me importa Andalucía más que cualquier otra cosa y no lo he hecho bien hasta ahora.

No lo ha hecho bien por tres razones. Una, porque tenía la cabeza en otro sitio, y al decir la cabeza queremos decir el pensamiento, pero también la ambición, la dedicación, el esfuerzo y los recursos materiales y humanos que maneja. Dos, porque hizo un gobierno de cuotas y equilibrios orgánicos y territoriales en vez de conformar un equipo con talento y capacidad de gestión. Y tres, porque ha vivido en una burbuja de irrealidad y adulación que le ha impedido ver lo que estaba pasando a su alrededor (me remito a las primarias: se sorprendió de su estrepitosa derrota porque no tenía ni idea de lo que estaba pasando con la militancia socialista en toda España). Uno de sus asesores me reconocía, en vísperas de las primarias, que la presidenta no escucha más que lo que quiere escuchar. No sé si ella conoce el dicho griego según el cual los dioses ciegan a aquellos a los que quieren perder.

En estas condiciones, Susana no se percató de que le estaban fallando los titulares de las consejerías más sensibles socialmente (Salud, Educación, Empleo), que medio gobierno estaba al ralentí y el otro medio, simplemente, se había parado -Andalucía habría seguido igual si hubiera prescindido de las consejerías manteniendo en pie la Administración autonómica-, que la gente no compraba ya la idea de que la Junta no ha hecho recortes y que todo lo malo es culpa del Gobierno de la nación y que, con media legislatura consumida, su balance como presidenta de la Junta es más bien pobre y amenaza con la pérdida del poder en las próximas elecciones andaluzas.

Era impostergable, sí, hacer esta crisis. Ha conservado el núcleo duro y sustituido la Unidad de Muy Quemados por un grupo de políticos más jóvenes y enérgicos. Veremos.

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