La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Los clientes son cómplices

En la prostitución hay una víctima, la mujer, y dos culpables: el explotador y el cliente

Se puso de moda, al calor de la progresía pos-68, afirmar que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, justificado por la satisfacción de los deseos y fantasías del cliente. Herencias de Bataille, Foucault y otros pendejos. Hace tres años, 300 presuntos intelectuales franceses publicaron un manifiesto a favor de la prostitución, "¡No toques a mi puta!", en el que afirmaban: "Consideramos que cada uno tiene derecho a vender libremente sus encantos... y a que le guste. Y nos negamos a que unos diputados decreten normas sobre nuestros deseos y nuestros placeres. Nos gusta la libertad, la literatura y la intimidad. Y cuando el Estado se ocupa de nuestros culos, las tres están en peligro". Algunas prostitutas alcanzaron cierta notoriedad, también en nuestro país, defendiendo el carácter vocacional de su oficio.

Evidentemente esto no así. Lo habitual es que la marginación, el engaño y el abandono de los otros o de sí mismo -tal vez la peor forma de abandono- conduzcan a la prostitución con todo lo que de expuesto y humillante tiene. A lo que hay que sumar la explotación de las mafias que las esclavizan. Las "de lujo", libres de explotadores y dueñas de sus vidas y dineros, son una minoría irrelevante frente a las explotadas en condiciones penosas o las secuestradas por organizaciones criminales. La Melina Mercouri de Nunca en domingo o la Shirley MacLaine de Irma la dulce nada tienen que ver con la realidad.

La redada que la Policía Nacional ha llevado a cabo en la provincia de Sevilla, liberando a 23 mujeres obligadas a prostituirse en clubes de alterne y casas de citas de Sevilla, Espartinas, Lora del Río y Marchena es la realidad. En algunos casos los explotadores formaban parte de una organización criminal que actuaba a través de internet engañando a sus víctimas, caso frecuente en las extranjeras obligadas a prostituirse más de 12 horas diarias para saldar las deudas desproporcionadas de sus viajes. La dependencia de las drogas es utilizada con el mismo fin.

En esto hay una víctima, la mujer, y dos culpables: el explotador y el cliente. El año pasado Francia cambió la legislación: se penaliza al cliente y no a la prostituta. En España la Red de Municipios Libres de Trata, reunida por primera vez el pasado septiembre, ha reclamado una ley que penalice el consumo de la prostitución y ayude a combatir la explotación sexual de mujeres y niñas. Esto es lo razonable y humanitario.

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