Cádiz parece una ciudad sin prisas. Aquí los proyectos se eternizan sin que nadie se acuerde de promesas, fechas y plazos previstos. Debe ser algo consustancial a los gaditanos. A falta de conocer con exactitud cuántos años duró la construcción del Teatro Romano, sí sabemos que la Catedral pasó en obras varios siglos y que se levantó con distintos estilos arquitectónicos. A partir de ahí, igual no resulta tan extraño que nadie dé un paso para construir la ciudad de la justicia, para edificar en el solar de la antigua Subdelegación del Gobierno y Radio Juventud, para transformar de una vez por todas la plaza de Sevilla y la carretera de Astilleros o para aclarar si el proyecto del nuevo hospital ha sido un caso de sugestión ciudadana digno de Cuarto Milenio. En esta ciudad sin prisas se hacen obras para nada, como en Comisaría, y se prometen otras obras que también acaban en nada.