La azotea

Enrique García Máiquez

Más chulo que un ocho

JUANMA Moreno, el líder de los populares andaluces -con permiso de Arenas-, aspira a presentarse como motor de renovación. Falta le hace, así que mucho ánimo. El problema es que, nada más empezar a renovar, ha tocado un tema al que soy algo alérgico: el de la limitación de mandatos a ocho años.

Son tantas las ganas de cambio político y de regeneración que, a menudo, nos pasamos de frenada. Y pedimos, más chulos que un ocho, cosas que son contradictorias, si la lógica no me falla. Lo afirmo incluso cuando las consecuencias prácticas del proceso iniciado por Moreno me gustan. Se plantea renunciar a presentar en las generales a Celia Villalobos, a Gabino Puche y a Teófila Martínez. En los dos primeros casos porque están amortizados: una, por locuaz y dicharachera, entre otras cosas, y otro por silencioso y grave. En el caso de Teófila, hace falta en la oposición, que es una cosa muy seria, y más en Cádiz y ahora, cuando tantos ojos de toda España nos observan con una atención más profunda que folclórica, aunque no lo parezca.

El fallo lógico que detecto no es sólo que Moreno se plantee dejar atrás a éstos -tres de cal- y conservar a Arenas, por supuesto, cómo no; sino un fallo de más calado: de concepción democrática. En principio, a los cargos los elige el pueblo con su voto libre. ¿Nadie se da cuenta de que limitar los mandatos a ocho años significa ponerle puertas al campo de la voluntad popular? Y, de alguna manera (recordemos la segunda legislatura de Aznar), hurtar, encima, la rendición de cuentas del político en cuestión ante las urnas. Por supuesto que el sistema requiere aire fresco, pero bastan y sobran las listas abiertas, que es, me temo, a lo que están cerrados en banda. Con ellas, el votante, si no quiere votar a alguien, o porque lleva muchos años o porque no lleva ninguno, tiene las manos libres.

No estamos sobrados de políticos eficaces, de gestores experimentados ni de líderes capaces de ilusionar como para imponerles fechas de caducidad. Angela Merkel se presentará a su cuarto mandato, y hace bien. Una buena parte -mayoritaria- de Europa no se hallaría a sí misma (literalmente) sin su guía. Es la política más firme del continente.

A veces oigo hablar de la limitación de cargos a ocho años, pero lo que escucho, malicioso, es el deseo de llegar a los ocho años. Eso es otra cosa y un deseo legítimo, desde luego, si los votantes, nuevamente, quieren.

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