Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Un chiste de Gila

SI el asunto del terrorismo etarra no fuese tan patético, si no hubiese decenas de miles de tragedias de viudas, huérfanos, familiares, padres, madres o amigos de los 823 asesinados, la visita de Ibarretxe a Madrid sería una broma. Llega con un papel que pretende ser "la solución al problema de la violencia y la respuesta al conflicto de normalización política existente". Y va encima el buen hombre y dice que ha visto a Zapatero "a la defensiva y enrocado". Es como en ese chiste de Gila, en el que un paisano cuenta que en el pueblo son muy bromistas; le pusieron un cartucho de dinamita a un vecino en el oído, y lo destrozaron: "y va la madre, la muy guarra y se cabrea; es lo que le dijimos, si no sabes aguantar una broma, vete del pueblo".

Traducido, lo que Ibarretxe ha dicho ayer en Madrid es que Zapatero carece de sentido del humor y que no sabe aguantar una broma como su plan para acabar con el "conflicto". No hay en su documento ni una sola mención de la palabra terrorismo, sustituida por el eufemismo violencia. Una palabra que no describe realmente el miedo, la desesperación y la rabia que provocan la muerte, la extorsión o la amenaza. Es violento quien está fuera de su estado natural, quien obra bruscamente o se comporta fuera de la razón y la justicia. El terrorista es el autor de una serie de actos de violencia, con un añadido que falta en la sensibilidad de Ibarretxe: hace todo eso para infundir terror.

Con los terroristas en pie de guerra, el presidente del Gobierno regional vasco viene a la capital de España con un papel que considera la piedra filosofal para "el final dialogado de la violencia". Tiene el humor de plantear que hay que negociar con todos los partidos políticos sin excepción, incluidos los que apoyan a los terroristas. Añade que lo pactado entre ellos debe ser ratificado sólo por un referéndum en el País Vasco y aceptado por las instituciones del Estado. Y propone el 25 de octubre como fecha del referéndum sobre el derecho a decidir de los vascos.

Entre los mayores sarcasmos del documento está que las decisiones se tomarán "en ausencia de cualquier tipo de violencia y coacción, respetando los derechos y libertades de la ciudadanía". O sea, en una situación tan distinta de la actual de atentados con coches bomba o tiros en la nuca, de impuesto revolucionario a los empresarios o de amenaza contra quienes no piensan lo mismo que los mafiosos radicales, que a Ibarretxe debería caérsele la cara de vergüenza al plantear esta propuesta con el chantaje de un grupo terrorista detrás.

El lehendakari se encomienda al ordenamiento jurídico internacional para dibujar la secesión vasca y pretende que el eventual acuerdo se hará dentro del marco de la Unión Europea. Lo que significa que su nuevo Estado aspira a convertirse en miembro de la UE y socio de España. Un chiste.

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