El carril de las maravillas

La gran obra de Kichi será el carril bici del Paseo Marítimo, que lo gestiona Martín Vila y lo pagará la Junta de Andalucía

Todos los alcaldes buscan alguna obra memorable, más allá de la reposición de adoquines. La última gran obra de Cádiz fue el Nuevo Puente, con el que Teófila Martínez esperaba ganar las elecciones de 2015. Pero determinados factores (entre ellos el exceso de publicidad, además del desgaste del PP) la perjudicaron. En el cuatrienio de la nueva política, ya está muy claro que la gran obra de Kichi será el carril bici del Paseo Marítimo, que lo está gestionando Martín Vila y lo pagará la Junta de Andalucía. Pero el alcalde lo anticapitalizará a su favor. La terminación está prevista para mayo de 2019, justo el mes de las elecciones. Así que la Junta no le va a poner un piso ni un chalé a José María González, sino un despacho en San Juan de Dios, si todo le sale bien al alcalde.

También puede que le salga mal. El carril bici es una obra importante, pero está lleno de peligros. El principal riesgo es que el Paseo Marítimo de Cádiz quede desvirtuado, a mayor gloria de las bicicletas, y en perjuicio de lo demás: el tráfico de vehículos en una ciudad que no tiene avenidas como las de Nueva York, y la parte peatonal, que puede quedar minimizada y con serios riesgos de atropellos. Hay que compartir los espacios en tramos que serán conflictivos, como la trasera del Hotel Playa, y el trayecto desde dicho hotel hasta Cortadura, en la zona playera y residencial del Paseo Marítimo.

Un carril bici se debe utilizar correctamente. En este carril bici, Cádiz también va a copiar a Sevilla, que es donde se han inspirado, incluso al pintarlo de verde. Por consiguiente, hay que fijarse en esa experiencia. Y se sabe que compartir el espacio no es sencillo. Resulta primordial el respeto mutuo: ni los peatones (incluidos runners, marchadores y marchadoras) deben ir por el carril como si fuera suyo, ni las bicicletas se pueden salir de sus justos límites. Y en los cruces hay que respetar la prioridad de los pasos peatonales, sin imitar los sprints de Alejandro Valverde cuando aparezca un niñito despistado o una viejecita arrollable. Tampoco olvidemos a los perritos.

No son exageraciones, ya verán casos curiosos, llegado el momento. Aparte de los problemas técnicos aludidos, está el impacto en el territorio. El actual Paseo Marítimo fue diseñado en tiempos del alcalde Carlos Díaz y retocado en los de Teófila Martínez. No se puede olvidar su función principal: es el paseo de la playa, es como el gran pulmón para el veraneo en Cádiz. Si sale bien, será la gran obra que nos dejará el alcalde González, por cortesía generosa de la Junta. Por fin pagarán algo visible.

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