Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Su propio afán

enrique / garcía / mÁiquez /

En carne propia

DE la salud hablamos, sobre todo, los enfermos, y los hipocondríacos, ese tertium genus. Hablar mucho de cualquier cosa es síntoma de su ausencia. Lo demuestra el éxito de la palabra "empatía", de tan reciente factura. La palabra nació en 1909, a tiempo para diagnosticar una carencia de las sociedades modernas, donde ponerse en el lugar del otro no se estila por culpa del feroz individualismo y de la prisa atroz.

Pensemos en Rajoy. Su calma ante la campaña de las municipales y las autonómicas, donde se palpaba el desastre del PP, se parecía demasiado a la indiferencia. Los barones regionales y los señores municipales se quejaban de que les había dejado solos ante el peligro con sus medidas impopulares.

En efecto, muchísimos alcaldables y presidenciables autonómicos que ganaron las elecciones quedaron a pocos votos de alcanzar su investidura. Vinieron entonces semanas agónicas en las que el PSOE defraudó sus esperanzas llegando a acuerdos con todos (con los que había dicho que no pactaría) para echar al PP. Rajoy protestó levemente, pero no se le conoció un sufrimiento especial.

Ahora es él el que está en idéntica situación que Teófila Martínez, en Cádiz, que María José García-Pelayo en Jerez, que Alfonso Candón en El Puerto, entre tantos otros. Y en carne propia sí va a sentirlo.

Ayer sugería que una manera en la que el PSOE podría verse compensado de un posible apoyo pasivo (vía abstención) al PP sería si Rajoy se retirase. Tanto Susana Díaz como César Luena han dejado claro que el PSOE votará siempre "no" en una investidura a Mariano Rajoy, recalcando su nombre. Lo que podría significar una puerta entreabierta a otra investidura. Sería coherente con el discurso agresivo de Pedro Sánchez, y le otorgaría un logro ante sus bases (y ante las de Podemos). Y concedería un marchamo de gravedad al pacto de regeneración que sostendría el acuerdo de abstención y los posteriores apoyos puntuales. Para Mariano Rajoy sería un trago, pero demostraría que le importan, más que el poder y el personalismo, la gobernabilidad y la estabilidad.

Lo sugería ayer, y lo curioso es que, a la vez, hubo significativos movimientos entre las filas del PP. Monago recordó que nadie es imprescindible y Aznar pidió un congreso abierto. Si Rajoy tiene que dar ese paso atrás, no creo que el dolor sea inenarrable en su partido, porque la empatía, como la simpatía de toda la vida, suele ser mutua.

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