Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

La bruja roja

VARIOS lectores me confiesan que llevan con santa paciencia mis menciones a Juego de tronos. Bueno, ánimo: la quinta temporada terminó y ésta es, probablemente, la última referencia en mucho tiempo. Además, yo procuro dar explicaciones suficientes para seguir el hilo de la columna sin necesidad de haber padecido la serie.

Los que sí la han visto saben ya que la bruja roja no es Manuela Carmena, sino Melisandre, sacerdotisa de R'hllor y consejera áulica del rey Stannis Baratheon. Con esos datos, y alguno más que daré será suficiente para exponer mi comparación.

Que esta vez no tratará de Podemos, como quiere el tópico, o de Susana Díaz, la Khaalesi, sino del PP. En una serie tan laberíntica caben todos. El clavadito a la bruja roja es Arriola, aunque haya quien piense que el papel pega más a Celia Villalobos. Da lo mismo: tanto monta. Los Arriola se han convertido en la voz que susurra al oído de Rajoy. El presidente sigue sus indicaciones y sugerencias a pies juntillas, como Stannis a Melisandre.

Subrayemos la peculiaridad que hace esta comparación inquietante y, sobre todo, ilustrativa. La bruja roja va prometiendo victorias cada vez más desesperadas a cambio de sacrificios cada vez más sangrientos. En la serie ejemplifica el precio desorbitado que hay que pagar por las ansias desordenadas de éxito. Traído desde la ficción a la política actual, la metáfora es más clara aún. Arriola ha ido sugiriendo a Rajoy que sacrifique uno tras otro los principios y los puntos de su programa político.

Al final, para conseguir la victoria electoral en las generales, el PP inmoló -por acción u omisión- a un montón de sus alcaldes y concejales. La pérdida de gobiernos, mucho más que las promesas a medias a los funcionarios, hace que el electorado de centro-derecha vaya resignándose a volver a votar al PP, pues percibe el peligro de un presidente de Podemos o del PSOE apoyado por Podemos. Esta jugada es probable que salga bien. Yéndonos al ajedrez se la podría llamar un gambito de alcaldes. Cuando se afea a Rajoy que no haga más cambios en su Gobierno o en su partido, él debe de pensar: "¿Más cambios? ¡Con la de ellos que ya ha habido en los ayuntamientos!" Con todo, esa hecatombe municipal más o menos deliberada provoca cierto repelús. Y trae a la memoria (y si no vieron la serie ya se lo cuento yo) que la última inmolación que impulsó la bruja roja fue fatal y resultó inútil.

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