Hasta seis playas de la provincia han perdido este año las banderas azules que han ondeado en sus mástiles en las últimas temporadas veraniegas. Unas las pierden y otras las ganan, cierto, pero el dato no deja de ser un toque de atención a la política medioambiental que en materia costera se está ejecutando en la provincia. Si de verdad queremos que las playas sean el gran atractivo turístico de la provincia, aprovechando así el potencial natural de nuestra costa, no basta con cumplir los requisitos mínimos. Hay que ir más allá, ser inflexible en el cumplimiento de la legislación, en limpieza y en la lucha contra la contaminación, tanto la acústica como la que pueda afectar a las aguas. Hay que mejorar en muchos casos los accesos, facilitar los aparcamientos, potenciar también el transporte público para ir a la playa. Si la costa es una de nuestras joyas, no hay que vender sólo bisutería.