La torre del vigía

Ana Rodríguez / De La Robla

¿Esto es arte?

Parece que desde 2003 existe acuerdo en el desacuerdo. Por algo se empieza. Me refiero a los carteles de la Semana Santa gaditana, que desde hace ya seis años han tomado forma pictórica, en lugar de la fotográfica que venía siendo habitual. Al sexto cartel se ha destapado la caja de los truenos, y las críticas han empezado a circular. La decisión de sustituir la cámara por el pincel no ha sentado bien a los cofrades, a la vista de los reiterados resultados de la cosa; tampoco, en general, al público, descontento ante las supuestas obras de arte con que quiere darse relevancia y ornato a un festejo tan arraigado en el acervo cultural y afectivo de los gaditanos.

Ante las protestas generalizadas, que demandan el retorno a la fotografía como imagen ideal de la festividad, es importante plantearse qué es un cartel, y si lo que requieren las cofradías es en realidad un cartel, o bien un póster alumbrado con más o menos gusto y con funciones esencialmente publicitarias. Un cartel es en sí mismo una obra de arte, como acredita su propio origen, vinculado a la litografía. Aunque ya desde el siglo XVIII existen carteles, tal vez sea en el París de la Belle Époque donde el cartel adquiere su auténtico estatus artístico; no olvidemos las creaciones de Toulouse-Lautrec para el mítico Moulin Rouge, al que pronto siguieron las preciosistas producciones de Mucha, de influjo prerrafaelista y bizantino. La Escuela de Glasgow, la Secesión de Viena y la Deutscher Werkbund de Alemania se vieron también seducidas por la estética del cartel, y de tales precursores habría de surgir un hito importantísimo: el 'Plakatstil' alemán. Posteriormente, se sumó a la práctica del cartel la Bauhaus y, ya en Suiza, es fundamental el 'Sachplakat'. En España hemos contado asimismo con cartelistas brillantes: Picasso, Dalí, Miróý

Ante tales precedentes, tal vez quepa preguntarse si la elección de un cartel como opción celebratoria de la Semana Santa gaditana no supone una aspiración o esfuerzo desmedido; y en el caso de que tal esfuerzo quiera realizarse, tal vez deberían plantearse en el Consejo de Hermandades algunas precisiones para impedir el desprestigio de semejante arte y, de paso, el de la propia Semana.

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