Opinión

Francisco / José / Jiménez

Vuelta a los orígenes

MALOS tiempos los actuales para el cadismo. Un descenso siempre es difícil de digerir y en este caso al personal se le ha unido un nuevo motivo de sufrimiento con una batalla jurídica que debería terminar en victoria si hubiera un mínimo de coherencia en esa justicia deportiva que vive anclada en la indolencia y, lo que es peor, en la incapacidad.

Ya el Cádiz no parece ser el club simpático al que el resultado le da igual y se le acumulan los enemigos. Algunos se remontan a tiempos pretéritos y sus celebraciones se limitan a los fracasos amarillos. Otros acaban de alistarse y claman al cielo defendiendo que los puntos se han de ganar sobre el campo, en un acto de fariseísmo vomitivo, cuando han llegado a los 50 puntos a base de otras cosas, indemostrables por supuesto. Ellos lo saben, pero deben salvar sus posaderas a costa de lo que sea.

Ante esto, el cadismo eleva la cabeza y se moviliza después de haber captado que hay mucho en juego. Costó lo suyo que se entendiera que la reclamación del club no era una cortina de humo para desviar la atención de un fracaso monumental. Afortunadamente, al cadismo se le encendió la bombilla y tuvo la lucidez suficiente para separar su frustración por el descenso de la esperanza por recuperar en los despachos lo que se perdió en la hierba. Saben los cadistas que será complicado porque se juega contra la injusticia y contra el reloj, pero se camina sin fisuras hasta donde haga falta con la esperanza de que llegue la recompensa.

No hay que caer en las provocaciones que llegan desde otras ciudades que parecen disfrutar con el derrumbe amarillo. Si ya dan por descendido al Cádiz, perfecto. Si creen que ya no le quedan balas en la recámara, mejor. Mientras tanto, el club trabaja en silencio para demostrar que le asiste la razón y no deja de lado la planificación, algo que preocupa a la afición cadista, que asiste con inquietud al paso de los días mientras algunos comités marean la perdiz con aviesas intenciones.

Si yo fuera uno de esos que está disfrutando con el supuesto desplome del Cádiz me reservaría un punto de realismo, no vaya a ser que Apelación o el CEDD les borre la sonrisa con un fallo acertado. Además, también debería ser preocupante para ellos que el Cádiz se recomponga con un director deportivo como Julio Peguero y con un entrenador como Víctor Espárrago, si finalmente acepta la propuesta amarilla. Hay que criticar a Antonio Muñoz por algunos volantazos que ha dado durante la temporada y por no saber frenar una caída que era evidente desde el mes de febrero, pero de la misma forma hay ahora que aplaudir la idea de recuperar el estilo que ha dado éxitos al club en los últimos años. Vuelven los técnicos trabajadores y serios, vuelven las apuestas por futbolistas con hambre de fútbol y por los que no alborotan el gallinero. Si cada uno se queda en su parcela y se deja trabajar a gente como Peguero, Espárrago o Soler, las cosas pueden cambiar en muy poco tiempo. Menos de lo que creen los que ahora se regocijan.

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