NORMALMENTE gustan mucho los monumentos que representan personas o cosas de manera realista, es decir tal como parecen que son. El arte contemporáneo, que transita por caminos abstractos, simbólicos o surrealistas, es más difícil de entender. Tan peligroso es aceptar lo que no se entiende, simplemente porque es moderno, como atacar lo novedoso con una saña propia de la ignorancia, más cateta cuanto más ruidosa. Ante el arte, sólo concibo una postura: la de la admiración estética. Si uno tiene la mínima sensibilidad, el corazón advierte enseguida la obra que está hecha sólo con honradez, la que chorrea talento o la que es un timo. Y ante el artista, veneración: ellos están tocados por los dioses, saben interpretar nuestros anhelos o nuestros miedos. Un respeto. Descalificar a la ligera refleja el dicho "los artistas crean, los críticos critican". A mí el pájaro-jaula me gusta, pero ese no es el tema.