tribuna libre

Juan Pedro Aladro

¿Viva La Pepa o viva la Virgen?

BIEN me hubiese gustado no tener que escribir estas líneas, tanto por su contenido como por tener que vencer la desidia que desgraciadamente abunda en España, entre otras razones por aquello de que para qué molestarse si "nunca pasa nada"… Nada, claro está, que pueda incomodar a la clase política, y los que cursan la carrera, que por desgracia nos asaltan en oleadas municipales, provinciales, autonómicas, nacionales y europeas y que, para mayor vergüenza de la mayoría de ellos, supuesto el caso de que algo les sonroje, nos han traído la mayor ruina que posiblemente hayamos tenido en toda nuestra larga historia.

Me quiero referir a los peligros que corremos los pequeños empresarios, creo que más aun los que vendemos ideas, al contratar con la administración pública en sus casi infinitas variantes, que siempre ha sido un riesgo que crecía en proporción inversa a la dimensión de la empresa. Es decir, contra más pequeña más riesgo. Así, no he sido el único refractario en realizar trabajos para ella, lo que me libró de verme afectado en el escandaloso caso de los miles de millones, en euros, que ahora están cobrando los que han sobrevivido al atraco. En el conjunto de mis actuaciones con los entes públicos, siempre perdí. Y aun más si segrego los pocos trabajos realizados, en más de treinta años en la provincia de Cádiz.

Mi experiencia más desafortunada fue allá por 1988, cuando traté de rescatar del olvido los Congresos Internacionales Taurinos, bajo una nueva fórmula organizativa y de continuidad consensuada con los entes representativos de aficionados y profesionales. Se celebró, como algunos recordarán, en Jerez patrocinado por el Ayuntamiento que me dio un guantazo económico de tomo y lomo, y otro se llevaron las conclusiones y los fines propuestos que habían justificado su convocatoria. Simplemente creo que, de buenas a primeras, dejó de interesarles, por razones que aún ignoro. Porque ellos, los políticos, son así, todo es de usar y tirar, no importa lo que sea ni qué o a quién pillen por medio.

Poco más tarde viví otra experiencia parecida con el de El Puerto de Santa María. Acababa de suspender Garvey, en Jerez, los Premios San Patricio a la Solera del Toreo y de Ensayo Taurino, y me pidieron retomarlo ellos. En esta ocasión se convino para dos años renovables, pero el señor alcalde se cansó antes de tiempo y tuve que hacer la entrega de los de aquel año por mi cuenta en Madrid. Entendí con claridad que los acuerdos firmados solo les valen para la foto.

Y de nuevo es en mi tierra, hace pocas semanas, y tras tantos años después de aquellas dos funestas experiencias, donde recibo el nuevo 'guantazo'. Había propuesto al II Centenario de La Pepa una exposición de Belenes de los países Iberoamericanos que hace dos siglos constituyeron en Cádiz, que no pudo llevarse a efecto porque, con la celeridad que caracteriza sus decisiones, cuando aprobaron el proyecto, ya no había tiempo para realizarla. Como alternativa coincidimos en exponer un Belén Napolitano, como así se hizo las pasadas Navidades en El Corte Inglés, con pleno éxito. Según consta en el convenio suscrito, el último pago se convino al desmontaje del Belén, pero para entonces, pobre de mí, habían cambiado al gerente por esa costumbre que tienen los partidos de colocar a los suyos, tan pronto ocupan un ente público, decisión que viene seguida, y es otro de los riesgos, del desentendimiento del nuevo cargo de lo contratado por su antecesor.

Pasados más de dos meses de la fecha de pago firmada y el mismo día que me anuncian el libramiento…, ¡mi gozo en un pozo¡ Recibo una llamada del ente diciéndome una amable señorita que por orden del nuevo gerente, si quería cobrar ese mismo día, hiciese una nueva factura con el 50% de descuento, de lo contrario tendría que esperar al año próximo (2013) en que se disolverá el Consorcio, con el aviso del riesgo añadido de que, para entonces, fuese no admitida, o ir a los tribunales, que bien sabemos todos, ellos los primeros, que aún es peor.

Total, un robo revestido de "ayuda para los gastos del Centenario" de más de 3.000 euros. Por supuesto el nuevo gerente no se podía poner porque estaba de viaje, supongo que por las Batuecas, de donde aún no debe haber regresado, pues aún no he recibo llamada suya dándome las gracias. Al parecer, según me dijeron, a todos los que les correspondía cobrar ese día le hicieron la misma jugarreta. Ignoro si han protestado o no, yo lo hago hoy, cuando se me ha pasado la ira por el atraco, sin la más mínima esperanza de cobro, pero eso sí, con el firme propósito de no acercarme más ni a las fachadas de los entes públicos, no vaya a ser que de entre las rejas de las ventanas, una de esas manos largas, que tanto proliferan allí, meta mano en mi bolsillo y me robe la cartera.

Esta es solo una pequeña muestra de la consideración que merecemos los confiscados contribuyentes, de nuestros inmorales, costosos e ingente número de políticos y sus adláteres, eso sí, con una carrera ganada a pulso año tras año, a través de nuestro democrático voto. Pero en una cosa llevan la razón, todo lo hacen por nuestro bien. Lo que ocurre es que somos tan torpes que no comprendemos que se refieren a que nos harán ganar el cielo. El mismo que ellos ya pisan con nuestro dinero.

Y digo yo, que al menos debería tener derecho a que me inviten a una copa, croqueta incluida, en ocasión de una de las cuchipandas que organizan para los capitostes y que contra mi voluntad les he pagado. Así lo espero de sus excelencias.

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