Los desgraciados éstos de las comparsas no saben otra cosa que meterse con Jerez.
Ignoran el favor que le hacen a la ciudad más grande de la provincia (50.000 personas más que en Cádiz).
Qué sabrán estos ignorantes de lo que es saborear una copa de oloroso en una bodega; qué sabrán de lo que es una Feria en condiciones y no el mamarracho de Cádiz con las esquinas chorreando meadas; cómo deben ignorar ese lujo que es aquélla Semana Santa con más de mil palcos en la carrera oficial y sin una sola silla de playa en la calle. Qué sabrán estos chirigoteros lo agradable que resulta ver a la gente sin sudadera ni pelos asomando por los sobacos. ¿Y la Navidad? Vengan zambombas y buen cante mientras aquí nada más que hay babosos con disfraz.
Ahora más que nunca veo claro que aquí se han quedado los mulos y en Jerez las jacas cartujanas. Esa es la diferencia amigos. Con el agravante que los cagajones también los tiran los de Jerez en la Bahía para que así huela más a mierda.
¡Qué me gusta el azahar en los árboles, las orquídeas en las jarras de plata de los altares, las iglesias llenas y una Cuaresma como Dios manda! Por eso me voy a Jerez y aquí os dejo hasta junio, cuando me venga a mi casa de verano. Mientras, seguid cantando Carnaval que así os va.
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