Los más exaltados defensores del 4 de diciembre son aquellos que no lo vivieron . Uno está ya en la edad provecta me acuerdo de aquel lejano día de 1977. En Málaga mataron a García Caparrós, cantado con el tiempo por Raza Mora y por Los Piratas que algunos les sirvió para enterarse. Sevilla fue la más numerosa. En lo que hoy es la Avenida de la Constitución estaba la sede de Fuerza Nueva desde donde un grupo de fanáticos lanzaron botellas contra los manifestantes, entre ellos varios miembros de la familia Del Nido. En Cádiz la manifestación salió de la plaza de Asdrúbal, entonces presidida por las ruinas de la plaza de toros. Encabezaba la marcha la comparsa Nuestra Andalucía, éxito del carnaval de ese año gracias a la pluma de Pedro Romero con un grupo de voces que ha pasado a la historia.

Los andaluces que vivíamos en Madrid fuimos convocados en la plaza de Tirso de Molina, donde cayó un aguacero considerable. Por aquellas fechas la mayoría no sabía ni el himno de Andalucía, muchos cantaban la canción de Carlos Cano "Verde y blanca": de Ronda vengo lo mío buscando, la flor del pueblo la flor de mayo. Lo que llevó a tantos andaluces a las calles fue un deseo de igualdad con respecto al resto de los españoles. Eran tiempos donde se reivindicaban los estatutos de autonomía. Muchos andaluces consideraban que podrían ser marginados en el nuevo edificio político que se iba a construir con la democracia. El Ayuntamiento de Cádiz estaba presidido por Emilio Beltrami, que se había integrado en una organización de derechas llamada Unión Regional Andaluza, promovida por Luis Jáudenes y García de Sola. Hizo un simulacro de consulta popular para ver si colgaba la bandera andaluza en el balcón, casi como si le fuera a cambiar el nombre al estadio. Nadie por entonces reclamaba que Andalucía fuera una nación . Esta movilización tuvo continuidad el 28 de febrero, donde se tenía que ratificar el procedimiento para acceder a la autonomía, si por el 143 o por el 151, que eran los mecanismos previstos en la Constitución de 1978. La UCD propuso una tortuosa pregunta y nos envió a Martín Villa con sus interventores leoneses y a Lauren Postigo , un auténtico cipayo del que algunos sienten nostalgia. El resultado fue abrumador salvo en la provincia de Almería, donde no se llegó al 50% del censo a favor del sí y tuvo luego que arreglarse el asunto en el Congreso de los Diputados. Fue una lucha por la igualdad, como estamos ahora en medio del cupo vasco y el secesionismo catalán.

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