Último número

Ya nadie de nivel se apuntaría a una portada de 'Interviú'. Sólo se desnudan por una buena causa

La Transición ha terminado. Es la conclusión a la que se llega después del último número de la revista Interviú, que pasa a la historia del periodismo, igual que Tiempo, de la misma editorial. Fueron inventos de Antonio Asensio, que apostó fuerte por un periodismo diferente: uno más ordinario y agresivo en Interviú y otro más serio y riguroso en Tiempo. Ambos con cierto progresismo como bandera, para las costumbres y la política. Sin embargo, con el tiempo, ese progresismo ha pasado a ser sexista, después de la gran confusión que existe en la visión ultra del body. Igual elogian el exhibicionismo pectoral de Femen que el burkini en las playas.

La revista Interviú ha publicado su último número de coleccionismo para que se agote, con una edición especial, en la que ha vuelto Marisol (que lleva mucho tiempo retirada en Málaga, con discreción), pero con 42 años menos en la portada. Contigo empezó todo, Marisol. Pero por ahí pasaron muchas. Algunas portadas se pagaron mejor que otras. Y ahí estuvieron las sex symbols de otra generación, como Lola Flores, Sara Montiel y Concha Velasco, junto a la promoción del destape cinematográfico de Susana Estrada y demás. Ahí posó hasta Anne Igartiburu, que en nuestros días es la recatada de las campanadas, donde compite contra Cristina Pedroche, que se disfraza precisamente de portada de Interviú para la ocasión. En ese pecado incluso cayeron algunos hombres, quizá para disimular.

En Interviú escribían Camilo José Cela, Paco Umbral y Manuel Vázquez Montalbán (tres de los mejores escritores españoles de la segunda mitad del siglo XX), pero será más recordada por las portadas que por los artículos; o por los escándalos de sus reportajes de investigación, algunos de los cuales les costaron caros. Entre las portadas, apareció la gaditana Inmaculada Michinina, después de aquellas broncas con Teófila en los plenos. Fue presentada como la rival de Teo. Pero no debió gustar en Podemos, donde se apuntó ella, y la condenaron al ostracismo. Algunas políticas también posaron, todas de poco nivel. Ese fue su problema: ya nadie de nivel se apuntaría a una portada de Interviú. Hay otra mentalidad. Los famosos y famosas del siglo XXI sólo se desnudan por una buena causa y pasan por solidarios y solidarias. Albert Rivera hizo sus pinitos en ese género y ha llegado lejos.

Por eso Interviú se quedó sin tiempo, como la revista Tiempo, que era una publicación de análisis político, una materia que ya no interesa a nadie. La pasión y la razón han perdido la batalla. Ahora todo se basa en el marketing, las encuestas y los tópicos políticamente correctos.

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