Los torrijistas estamos ya en plena temporada. Desde el miércoles de ceniza un amplio grupo de hombres y mujeres de la provincia nos ponemos a peregrinar por pastelerías y bares de la provincia de Cádiz buscando la torrija perfecta. Es difícil encontrarla. Es nuestro particular quinario.

Es conveniente de todos modos fijarse en algunas pistas que nos pueden ayudar a reconocer que estamos ante una buena torrija, ante un prodigio del bizcochismo, ante una torrija intachable, como Blesa.

El primer rasgo que nos hace sospechar que estamos ante una torrija perfecta es su color rubito. Debe asemejarse al color dorado, al estofado (que palabra más bonita) y debe presentar cierta brillantez como si fuera un reloj del escaparate de Gordillo.

Si la torrija es albina, tiene la color blanquecina, como un alemán de "Diuseldorf" en su primer día de playa o, en su defecto tiene color marrón cartera de Rato, sepárate de ella, no la adoptes, porque no colmará tu sed torrijista (adoptaunatorrija.org).

Terminado el análisis visual debe uno analizar el "chorreo". Se entiende por chorreo el líquido que la torrija suelta desde que es arrancada de su baño de miel, leche y vino hasta que llega a su plato de servicio. Una buena torrija no debe nadar en líquido, como si fuera el equipo de natación sincronizada. La torrija buena no chorrea, sólo gotea y sus gotas deben ser densas, como aquellos copazos de anís que se tomaban antes en los bares para desayunar.

Llegamos al contacto carnal con la torrija. El contacto carnal siempre es lo mejor… me refiero a la carne en salsa, que estamos en época de abstinencia. La torrija debe tomarse con cucharilla. Si se toma digitalmente (con los deos) el riesgo de lamparón es del 90% y termina con las manos con más pringue que un contable del PP.

Ella, la torrija, debe mostrarse abizcochada, blandita pero sin llegar a la laxitud, su miajón debe ser casi cremoso, jugoso, enmelado con la elegancia de quien usa un perfume de 200 euros el tarro y con un leve toque, casi de bendición papal, de vino dulce.

El tamaño sí importa. Debe comerse en cuatro bocaos, no más. Una torrija más grande sería ordinaria y una más pequeña sería racanería. Si la encuentras, no te calles, no seas torrija y comunícalo al mundo: Aleluya, he encontrado la torrija de mi vida. Enmelado seas por siempre.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios