Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

La cornucopia

Gonzalo Figueroa

Timoneda me consuela

Vuelvo a España después de tres semanas en Chile y el sobresalto me puede. Partí a mi continente originario pensando que, una vez en América, esta Europa embalsamada en pactos y tratados, incrementados sus miembros, sería causa de mi nostalgia, con un venezolano Chávez triunfante, un boliviano Morales indigenista y soberbio, un ecuatoriano Correa muy conflictivo y una argentina Fernández de Kirchner bastante envanecida.

La experiencia, sin embargo, fue tranquilizadora.

Muy contento me di de bruces con la derrota de Chávez y su bajón en los territorios que creía sus feudos; observé el paulatino alejamiento de Correa de su nefasta influencia, y a su protegido Morales concentrado en la quiebra de una Bolivia rebelde y a la que no conquistan los millones petroleros. Tuve el placer de contemplar a la presidenta Bachelet mandando en un Chile modernizado, con Santiago lleno de impresionantes edificios, suprimiendo barreras con la Kirchner y, en tuteo con Morales, obviando diferencias con la enemiga ancestral, Bolivia, mientras acuerda con ésta y Brasil la construcción de una autopista de 6.000 kilómetros, que unirá el Pacífico con el Atlántico, todo en una atmósfera política interna tensa, pero palpablemente tolerante.

Y ahora me topo con mi Europa adoptante, convulsa y confrontada, inmadura en su frentismo a todos los niveles. Así, confirmo que Bélgica, desgobernada, se rompe entre flamencos y valones; que el Gobierno británico, tan altanero por centurias, no contento con la desaparición en octubre de los datos fiscales de 25 millones de súbditos, pierde ahora los de 3 millones de jóvenes postulantes al carné de conducir; que en nuestra España, un enloquecido magistrado del Tribunal Constitucional, después de provocar un cuasi accidente de tráfico a 180 Km por hora, saca pistola y amenaza a otro automovilista con el consabido: "No sabes con quién te metes: soy juez"; para agregar: "Te pego un tiro"; o un libio Gaddafi que instala su jaima en los jardines del Palacio del Pardo; o un hombre apodado El Bueno, después de matar a golpes de pico a los perros del vecino, asesina a una hermana y deja malheridos a tres hombres antes de ser abatido. Y así.

Mi consolación llega con el estimado valenciano poeta Juan de Timoneda, que ya en el XVI hace cantar a la princesa Silvana eso de:

"Naufragio, no te quejes de fortuna;/Si de prosapia generosa vienes,/entiende que sus males y sus bienes/estables nunca son en parte una".

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