DURANTE la pasada y jartible legislatura, la oposición y los poderosos grupos mediáticos que la apoyan erosionaron sistemáticamente la imagen del gobierno. Para ello no dudaron en hacer demagogia incluso en temas de estado, inyectando odio visceral hacia Zapatero y haciendo un lavado de cerebro a millones de ciudadanos. Estos se han radicalizado tocándoles la fibra patriotera, el anticatalanismo cateto e irracional, el machismo ancestral o apelando a la moralina de "su libertad de conciencia religiosa privilegiada". Imperdonable ha sido la vieja y rastrera utilización de la política antiterrorista. Sin embargo a tanto canalla confabulado les ha salido mal su órdago de intriga y cinismo. Las urnas los han mandado al banquillo.

Por otra parte, no ha sido una victoria del PSOE como partido. Ha triunfado sin duda alguna el mensaje progresista de Zapatero y su equipo, y también han metido sus patas y excesos, pero ya vale, hay que pasar página. Atrás quedan una serie de medidas y leyes valientes que la historia sabrá valorar con justicia. En especial se recordará que empezó la legislatura parando los pies a los yankies, llevándose a los soldados españoles de la guerra-negocio petrolero de Irak, y dejando a su comandante-payaso-jefe Bush con un palmo de narices. Sin duda Zapatero ha cumplido en su empeño de iniciar una segunda transición en España. Ha sido valiente, logrando avances en igualdad y derechos cívicos, inimaginables hace cuatro años. Aunque no tiene poder para cambiar totalmente este país ni puede en una o dos legislaturas arreglar ese mamotreto fosilizado que es el sistema judicial. Ni un gobierno por sí mismo puede combatir una enorme crisis económica provocada simultáneamente con el brutal incremento del crudo y con el fin del cuento de la lechera inmobiliario 'made in Spain'.

Pero sí podría intentar hacer limpieza en casa, renovar su partido y los caretos de quiénes por amiguismo, clientelismo, camarilla o nepotismo siguen aferrados al poder desde hace varios lustros siendo probadamente mediocres o corruptos. ¡Ojalá!