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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Tabarnia estaba ahí

Tabarnia es una payasada pertinente por más que sea inútil: refleja una Cataluña ocultada por el nacionalismo

Como casi todas las ocurrencias surgidas en las redes sociales y por ellas propagadas masivamente, lo de Tabarnia, que en los últimos días está arrasando en nuestros teléfonos supuestamente inteligentes, no deja de ser una tontuna destinada a desaparecer con tanto fulgor como ha nacido. Así debe ser. Pero ello no oculta que bajo esa caricatura lo que describe es un universo que existe. Existe porque en algún sitio tenía que estar. No ha podido desaparecer del todo, pese al esfuerzo titánico que durante décadas ha hecho el nacionalismo cerril y egoísta, esa Cataluña representada por Barcelona que simbolizaba, hace treinta o treinta y tantos años, la España que los jóvenes de entonces querían construir tras la larga noche de la dictadura. Una Barcelona moderna, europea, cosmopolita, abierta al mundo. Donde la cultura ocupaba un lugar destacado en la vida social y donde a las ideas que representaban avances en cualquier ámbito se les daba su sitio.

Cuando el catalanismo pujolista llegó para quedarse, arrasó con todo aquello. Se impusieron los valores más catetos y ese cosmopolitismo barcelonés, que se proyectaba a toda España, quedó sepultado bajo el manto de agravio, sardana y butifarra que se tendía desde la televisión autonómica y permeaba desde la educación sectaria que se daba en las escuelas.

Las elecciones de la semana pasada han demostrado que Cataluña está rota en dos. Y los resultados de Ciudadanos, aunque insuficientes para cambiar el Gobierno, demuestran que hay una forma de entender lo que está pasando allí que por fin se despierta de un larguísimo letargo. El hecho de que aunque en broma se reivindique una comunidad moderna, plurilingüe y alejada de la cortedad de miras nacionalista es significativo. Además, eso es una realidad económica y social: esa Cataluña es la que coincide con las grandes ciudades y el desarrollado litoral y que mira mucho más lejos que la rural y carlista del payés.

Tabarnia es por todo ello una payasada pertinente por más que sea completamente inútil. Es pertinente porque dibuja un sentimiento que hasta ahora estaba de alguna forma oculto. No hay sólo una Cataluña como no hay sólo una Andalucía. Identificar a todos los catalanes como nacionalistas irredentos está tan apartado de la realidad como pretender que aquí todos respondemos a ese estereotipo injusto que se ha querido extender de una Andalucía improductiva y subsidiada.

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