Semáforos con bobadas

Los semáforos sólo tienen una utilidad: ver si están en verde o en rojo. Pararse ahí, o vamos para delante

Presento mis respetos, de entrada, a los gays, las lesbianas, los transexuales y demás que no son heterosexuales, o lo que sean. Lo que practica cada cual en la cama, en el coche, o en la playa es su problema, y no hay ningún motivo para discriminarlos socialmente. Otra cosa diferente es que tengamos todos los mismos gustos, pues cada cual disfrutará con los suyos. Aparte de eso, los semáforos anti homofobia que han instalado en San Fernando me parecen una bobada de Patricia Cavada, la alcaldesa. No contribuyen a nada útil. No promueven ningún tipo de tolerancia. Aunque son políticamente correctos con el lobby, y eso es lo único que le importará al Ayuntamiento.

Los semáforos sólo tienen una utilidad: ver si están en verde o en rojo. Pararse ahí, o vamos para delante. Por lo demás, el muñequito, la muñequita, la pareja con su corazoncito, si es una señora o si hay dos, o incluso tres de frito variado, si hay un transexual o la madre que lo parió, es que realmente nos trae flojo el ánimo. Como si quieren poner un perrito, una palomita, una salamanquesa, un jabalí, o una foto de la alcaldesa que se ilumine en rojo y en verde.

Existiría la tentación de decir que esto es un gasto innecesario, y que se pudo dedicar a los pobres. Sin embargo, advierten que sale gratis et amore. Tampoco parece necesario, en estos tiempos que corren, hacer proselitismo sobre la identidad sexual de las personas en los muñequitos de los semáforos. Es una memez, como otras. Si ha merecido atención relevante en los medios de comunicación, no es porque sean los pioneros, sino porque cualquier tontería políticamente correcta llama la atención, y es muy celebrada, y jaleada, y todo eso. Como si fuéramos a salvar el mundo por los muñequitos y las muñequitas de los semáforos.

Es lo que hay. En vez de hablar de otros problemas que existen en San Fernando, la gente se preocupa por estas ocurrencias. Creen los autores de la idea que han salvado a los gays y las lesbianas de una hoguera que nadie había encendido. A veces provoca el efecto rebote, y la gente preguntará si ahora todos los semáforos van a llevar figuritas de gays bizarros y lesbianas cariñosas. Aunque antes no había semáforos de parejitas de novios clásicos (él y ella). Pues nos estamos refiriendo a los semáforos propiamente dichos, no a unas tartas de boda.

Si son felices con eso, pues adelante. Ya verán lo que tarda el otro, que anda cortito de ideas, en copiarlos. Esperemos que no atropellen a nadie, que es lo único importante en los pasos de peatones y peatonas.

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