TIEMPOS MODERNOS

Bernardo Díaz Nosty

'Sarko superstar'

EURODISNEY, 15 de diciembre: Carla eclipsa a Blancanieves y Nicolás a Mickey. 20 de diciembre: Nicolás es recibido en audiencia por Benedicto XVI y, horas más tarde, nombrado canónigo de honor de San Juan de Letrán. 25 de diciembre: Carla y Nicolás ruedan en Egipto: "A la vera de estas pirámides, el 70% de la audiencia nos contempla". Hiperactivo, el galán parece emular a Alain Delon o a Jean-Paul Belmondo, pero su arrojo es propio de Louis de Funès.

Nicolás Sarkozy, más cerca del estilo bling-bling que de la rigidez espartana de De Gaulle, tiene derecho a hacer lo que quiera en su vida privada, pero no podrá decir que es víctima del negocio de la prensa de sensaciones. Sarko entra por su propio pie en el circo y deja tras de sí las puertas de la República abiertas de par en par. Mitterrand estuvo en Egipto con su amante Anne Pingeot, pero no se filtró ni una sola caricia de aquella realidad. El viaje privado era posible.

Régis Debray acaba de publicar L'obscénité democrátique (París, Flammarion, 2007), donde reflexiona sobre la privatización mediática de la escena pública. Debray habla de la trascendencia simbólica de la representación del poder, base del respeto institucional, y de cómo el gran escenario del espectáculo convierte la política en una carrera de caballos, en una competición deportiva abierta al plebiscito de las audiencias. Sarkozy es un esclavo de los hechos más diversos, del protagonismo continuo del actor central, al margen de las instituciones, los símbolos, los problemas cotidianos, la soberanía. Antes, los partidos, fundados en un ideario, se basaban en el compromiso de lo escrito, en lo impreso, en la prensa... En la era de la televisión, viven mucho más de la producción continua de imágenes.

Los modales tejanos de Aznar o las paparruchas de il cavaliere son, a la luz de los apuntes del inquilino del Eliseo, refinamientos del ancien régime. Sarkozy no engaña. En una arriesgada entrevista con Michel Onfray, en el número 8 de Philosophie Magazine, se declaraba transgresor por naturaleza: "Yo creo en la transgresión, pero lo que me diferencia de los libertarios es que pienso que para transgredir hacen falta reglas. Es preciso que existan autoridad y leyes... Sin reglas no hay transgresión, no hay libertad, porque la libertad es la transgresión..."

¿Acabará la moda transgresora de Sarkozy con el modelo canónico del oficiante José Blanco? Nada es seguro. La honte, la vergüenza, recorre el corazón democrático de Francia, como expresa el profesor Jean Matouk: "Decididamente, hoy preferiría ser español, alemán, inglés e, incluso, americano, antes que francés". 31 de diciembre: Nicolás anuncia a la nación que desea hacer de Francia, con una "política de civilización", el alma del "nuevo Renacimiento" que necesita el viejo mundo. Feliz año...

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