Desde mi cierro

Pedro Mª / González / Tuero

San Valentín

CADA vez que aparece por estas fechas el día de san Valentín, me acuerdo de las antiguas camisas de la marca "Tervilor", pues su anunciante era el mismo que interpretaba al santo en el cine, un tal Jorge Rigaud. Y la verdad, mi enamorado lector, es que todo este cuento, toda esta parafernalia que se monta en torno a este reclamo comercial, me resulta un acontecimiento verdaderamente cursi y falso. Pienso que el amor es mucho más que todo esto. Un santo de segunda fila que hasta que no lo pusieron de moda las marcas comerciales, no lo conocía nadie. No se sabían milagros de este ángel moderno y en la escala angelical no aparecía como importante.

Ahora, sí. Ahora, es el santo más conocido por una gran parte de nuestra juventud a la que el marketing y el negocio la tienen tan confundida. Piensan que si al amor se le representa a través de un alado Cupido, el amor es volátil y libre. Que se puede practicar a la luz de la luna y del sol, en cualquier parque o a la puerta de un aula, delante de sus papás o del profesor de turno.

Pero como le iba diciendo, el amor es mucho más. Ya el excelso poeta, allá por el diecisiete nos había dicho que "quien lo probó lo sabe". Y tenía toda la razón. Así, otros escritores, sin olvidar a Garcilaso o a Quevedo, como los del 27, supieron cantarlo con enorme y espléndida belleza. Ellos lo habían probado como Lope y sabían de sus funestas garras o de sus aterciopeladas caricias. Poetas y escritores que colman gran parte de nuestra historia literaria y que han forjado páginas imperecederas con ejemplos y lecciones magistrales para el que desee conocerlo y probarlo. Y el amor es así.

Aunque, mi desengañado lector, no crea, pues algo de esto queda todavía. Aún hay mucho de sensibilidad y de buen gusto en nuestros jóvenes. Lo compruebo a diario y he visto en la clase ante la lectura de un poema de amor, más de una vez, emocionarse alguna alumna o erizársele el vello de su piel. Sin embargo, san Valentín es otra cosa. Es puro artificio y un rollo comercial. Y esto es lo que tenemos. Mientras que de ese antiguo actor sólo sé que murió en la indigencia hace más de veinte años, sin camisa y sin ningún santo que lo protegiera. Paradojas.

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