De poco un todo

enrique / garcía / mÁiquez /

Rojo, morado y verde

En su evento, la Ejecutiva del PSOE se negaba a hablar de la sucesión y de la secesión, y sucedió que los susurros, como era de suponer, están siendo ensordecedores. El liderazgo de Rubalcaba se acaba y la posición del PSC ante el nacionalismo no es asumible por un partido nacional. Todo lo que no sea de eso, es hablar de pájaros y flores de colores.

Los colores iban a ser rojo, morado y verde, según Elena Valenciano. Pero lo rojo, entre el Muro de Berlín y Zapatero, va en franca decadencia. La gente sabe que lo más rojo son los números rojos, y que lo demás destiñe en rosa. Lo morado es el moratón del trauma interno del PSOE. No es que el republicanismo sea una opción ideológica intrínsecamente equivocada, sino que es sangrante que pongan en su punto de mira a la institución monárquica, que, mal que bien, es una garantía más (y todas son pocas) de la unidad nacional. Finalmente, lo verde vende mucho, claro, pero hoy es un color caro y, además, transversal, de todos y de nadie. A fin de cuentas de colores, el PSOE se aleja por una triple vía colorista de la moderación. Y eso significa -si no lo evita Susana Díaz, que va adquiriendo talla de estadista a base de sentido común- todavía más pérdida de votos.

Abundan desde la derecha política y mediática quienes lo lamentan. En aplicación del principio de reciprocidad, hay que dejar equivocarse a los socialistas, sobre todo si por una vez sólo lo pagan ellos. ¿Se imaginan ustedes a los partidos de izquierda o a sus intelectuales llorando porque el PP se hunda en las encuestas? Tanto lloro del centro-derecha por sus contrarios demuestra que en España las legitimidades morales están muy mal repartidas y que los complejos de nuestra derecha son tan hondos como bobos. Tanto lamento, además, es prueba irrefutable de la poca fe de las elites en el pueblo soberano. Nuestro sistema no descansa, como ellos sugieren sin descanso, sobre dos grandes partidos, sino sobre una gran mayoría social que, aunque o más liberal-conservadora y tradicional o más socialdemócrata y progresista, quiere básicamente a su país, la misma prosperidad y un mínimo de profesionalidad en el poder. Si el PSOE -a pesar de Susana Díaz- se hunde, ese gran sector social de centro-izquierda que lo apoyó en el pasado, buscará y encontrará otros representantes, sencillamente. Aunque se pretenda otra cosa, España es una democracia, no una bipartitocracia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios