Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

Rita Barberá

Conocí a Rita en 1987, cuando ambos pertenecíamos al Comité Ejecutivo de AP que presidía Hernández Mancha

La política se ha cobrado una nueva víctima. Después de casi 25 años de alcaldesa de Valencia y de diputada de la Cortes valencianas, durante 32, siendo el principal referente del PP valenciano, han conseguido acabar con ella físicamente, ya que políticamente no lo conseguían. Su muerte no tiene autores que se puedan señalar por sus nombres y apellidos, pero sí la enfermedad que se la ocasionó: la persecución a la que le sometieron, hasta que su corazón dejó de latir en la cama de un hotel, sola, sin compañía.

No era ese tipo de mujeres, cada día más frecuentes en la política, que hacen de ella su profesión. Su madre fue dueña de una empresa de cerámica y su padre, periodista; ella se había licenciado en Ciencias Políticas, Económicas y Empresariales en la Facultad de Valencia y licenciada en Periodismo en la Universidad de Madrid. Había trabajado como periodista en radios y periódicos locales y pertenecía al Cuerpo Especial de Economistas Sindicales. Conocí a Rita en 1987, cuando ambos pertenecíamos al Comité Ejecutivo de AP que presidía Hernández Mancha, del que también formaba parte el actual presidente Rajoy. Recuerdo sus juicios certeros y su habilidad para pacificar un partido revuelto, como era la AP valenciana.

Como en política, más que en ninguna actividad humana, la envidia que provoca el éxito ajeno funciona demoledora, sus adversarios la implicaron en casos de corrupción política, tales como Gürtel, Emarsa, Nóos o Imelsa, en ninguno de los cuales resultó imputada. Cuentan como anécdota que en el primero de los casos alguien declaró que le habían regalado un bolso "aunque luego no da nada, pero tampoco nos jode". Consiguieron su imputación en los casos Taula y Rita Leakes. Este último supuso la creación por la coalición Compromis de una web cuyo objeto declarado era desgastar políticamente a Rita en colaboración con la Sexta. El caso fue archivado por no apreciarse delito en los gastos de protocolo, cuyo exceso se había denunciado. En el Taula (blanqueo de capitales por haber transferido 1.000 euros para la campaña, que -se acusa- le devolvieron en "B") se encontraba investigada y motivó su baja del partido. En el momento de morir no se había dictado sentencia, por lo que rige también para ella la presunción de inocencia. Ninguno de sus adversarios políticos -de cuya categoría humana dan muestra los de Podemos, que se negaron a mostrar su pésame silencioso ausentándose del salón de plenos- podrán evitar la transformación a mejor de Valencia en los años de su Alcaldía, que yo he podido constatar en mis viajes anuales a dicha ciudad. R.I.P.

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