Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Como afirma el villancico, esta noche es Nochebuena y mañana Navidad. Ya sé que parece una perogrullada. Pero, créanme, en absoluto lo es. En estos tiempos tornadizos, ambas fechas se quieren desprendidas de toda connotación trascendente. En nombre del pluralismo, se hacen mil piruetas para disimular lo que en ellas verdaderamente se conmemora: desde diluirlas en la ambigüedad de unas genéricas Fiestas hasta encontrarles el hilo atávico de su conexión con el solsticio de invierno. Así, no son ahora infrecuentes las noticias que resaltan los pequeños logros ultraprogresistas: colegios que se niegan a decorar sus aulas, ayuntamientos que se afanan en desterrar cualquier símbolo cristiano del ornamento de sus calles, colectivos que hacen de una escrupulosa asepsia su regla de conducta en esta incómoda quincena. Incapaces de derogar las costumbres, procuran disfrazarlas, renombrarlas o simplemente ignorarlas. Andanada fallida. Su presunta munición aún no es más que pólvora mojada: si el Estado es aconfesional, la sociedad todavía no; y corresponde a la autoridad la obligación de respetar y apoyar las manifestaciones de fe que la ciudadanía, sin agravio de nadie, quiera realizar en ejercicio de su sagrado derecho a la libertad religiosa.

Siendo importante, no resulta éste, sin embargo, el único ni el principal amnésico que anubla la imagen nítida del Dios naciente. El laicismo está penetrando en la Natividad sobre todo por la grieta del consumismo y de la desmemoria de los propios fieles: abundan regalos y viajes, se multiplican las comidas entre amigos, se reúnen las familias en torno a la gozosa mesa del reencuentro. Pero, ¿cuántos se acuerdan del motivo que les congrega y les alegra? En demasiadas ocasiones se trata de un extraño cumpleaños en el que casi todo está presente menos la figura del agasajado.

Sí, conviene reiterar lo supuestamente sabido: hoy los creyentes celebraremos un hecho para nosotros crucial. Nace Jesús, el Hijo de Dios; revivimos un acontecimiento que cambió el mundo, que partió la Historia en dos y nos trajo el revolucionario mensaje del amor salvífico. Por eso, y no por tantas otras razones peregrinas, cantamos, reímos y damos gracias en común. Es exactamente esto lo que nuestro júbilo tendría que transmitir. Recuérdenlo: esta noche no sólo es una buena noche, es Nochebuena, la antesala de esa eterna y misteriosa Navidad que mañana, viva y vivificante, nos espera.

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