Reapertura de la Escuela de Hostelería

Vamos a tener paciencia, pero todos los que allí trabajaron se alegrarán de la reapertura, como los que fuimos clientes

Leo una buena noticia para Cádiz en la edición del pasado jueves de este Diario, como es la del titular y me apresuro a comentarla.

La Escuela, que se instaló en parte del convento de los Carmelitas, en virtud de un acuerdo con la Junta de Andalucía, dando su frente al Baluarte de la Candelaria y al Paseo de la Alameda de Apodaca, está cerrada desde octubre de 2012. Había iniciado su actividad en octubre de 1997, con el objetivo de formar profesionalmente a jóvenes en actividades de hostelería, facilitando con ello su inserción laboral. Como tenía mucho éxito, explicaron que la causa del cierre era la consecuencia de un traspaso de competencias entre consejerías y que se buscaba un mejor modelo organizativo de los consorcios escuelas, dependientes de la Administración autonómica, pero el cierre trajo consigo impagos reiterados de nóminas al personal (a veces 16 meses) y el cierre de las escuelas. Cabe aquí recordar que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, pero hay que alegrarse de que después de casi 8 años de cierre, un político-matemático del PSOE, el chiclanero Sr. Belizón, al que se le encargó el perfeccionamiento administrativo (o el que le sucediera en el encargo) haya encontrado la solución. En la escuela se daba formación (muy buena por cierto) a alumnos de hostelería en todas sus variantes: cocineros, pinches, jefes de mesa, sumiller, reposteros, barman, camareros, etc. Tanto que los que procedían de esta escuela de Cádiz, salían colocados todos y se los disputaban las empresas.

Vamos a tener un poco más aún de paciencia porque, según otra información de la prensa local, la reapertura que se anuncia para el próximo octubre, es solo para impartir clases. La expectativa la ha creado la publicación en el periódico oficial de la Junta de los precios fijados: menú del día 20 euros ; el de degustación, 50, menú infantil 14, y consumiciones extras de 3 a 8 euros. Estos precios son muy razonables, porque la calidad de cocina era propia de un restaurante de 5 tenedores y en cuanto al servicio, todos los que te servían parecían ser el primero de su clase. Y como colofón una situación incomparable, con la vista de la Alameda, frente al mar y frente al ficus centenario, que para muchos gaditanos fue testigo de sus primeros amoríos y que da igual si ya no existe, porque hubo que cortarlo, porque la memoria es muchas veces la más fiel de las realidades. Mi amiga Auxi, que fue jefa de repostería de la Escuela y los que allí trabajaron se alegrarán de la reapertura, como los que fuimos clientes.

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