HACE pocos días coincidí con un destacado comerciante portuense, y en la conversación compartimos indignación por la alegría con la que se tira el dinero público y la pasividad con la que defienden su puesto de trabajo algunos de los viven de la 'olla gorda'. Ambos citamos distintos casos de disparates tildados "como inversiones de interés público" y de nefastos servidores municipales que durante años han mermado la eficacia de la administración más cercana. Curiosamente, a pesar de no haber hablado antes, coincidimos ante los mismos casos y similares personajes. Muchos más opinamos así.

Sin ir más lejos, ayer con Juan Clavero rajábamos del derroche de cientos de millones de euros, que son de todos, en un innecesario y faraónico hospital al otro lado de la Bahía. Y todo por una burda treta electoral, para arrebatar el 'cetro de Kádiz City' a la gaditanísima santanderina que vive en El Puerto. Y al final ha resultado inútil, porque ella, más lista que el hambre, se sumó al dislate y con su Onda Cádiz se las apunta todas.

Dijeron que la demolición del Puerta del Mar se sufragaría con el pelotazo inmobiliario que supondría el solar de marras. ¡Incoherente mentira! Y le pusieron la guinda prometiendo el hospital más chuli, más tecnologizado de Europa y del resto del mundo mundial. ¡Qué guay!

No cuentan que el hospital a tirar está casi flamante y le quedaría vida para más de doscientos años. Que desalojando servicios burocráticos, y con una inversión infinitamente menor, se podría dotar de la tecnología más puntera y servicios de elite necesarios mejor ubicados...

Tampoco dicen que la salvaje inversión sanitaria en la 'tacita de la rubia-platino' se le hurtará al resto de los pueblos de la provincia, que durante muchísimos años verán hipotecados el crecimiento y racionalización de sus servicios sanitarios. Sindicatos, partidos y todo tipo de estamentos sociales vergonzosamente se han callado ante descomunal despilfarro. Nadie en Gades se atrevió a señalarse en contra, salvo un pequeño grupo de profesionales de lo público. Pequeño en número, pero gigante en ética, profesionalidad y coherencia. En El Puerto también los hay...