Vivimos rodeados de mensajes instantáneos. Desde que el correo electrónico llegó a nuestras vidas y empezó a arrinconar el género epistolar en caligrafía y papel, los mensajes nos invaden. Se cuelan, sobre todo, por nuestro bolsillo, a través de móviles que se han convertido en la tercera mano del ser humano, en el complemento ortopédico del siglo XXI. Escribimos mensajes en el móvil, en la tableta o en el portátil y, casi por arte de magia, el sistema de nuestro dispositivo ya sabe lo que queremos escribir. El texto predictivo triunfa y juega malas pasadas porque a veces elegimos la palabra equivocada. Precaución con el corrector, pero también con las letras de los teclados, que si la 'b' y la 'v' casan mal tan juntas, peor lo hacen 'u' y la 'i'. Sobre todo cuando nos despedimos y escribimos: "Un saludo". Cuidado, que podemos quedar muy mal si las trastabillamos. Mejor despedirse con un abrazo, que es más seguro.

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