COMO a Rajoy le gusta el ciclismo, su estrategia ha sido meterse a rebufo del líder del PSOE. Como a Pedro Sánchez le gusta el baloncesto, su estrategia ha sido ganarle la posición al presidente en funciones. Cuál sea la mejor estrategia dependerá del resultado final. Pero como a mí me gusta el balonmano, mi análisis se concentrará en la posesión del balón, que disfruta ahora Pedro Sánchez, lo que traslada la presión a Rajoy.

Sánchez va a abrir el juego a los extremos: por un lado, con Podemos y demás partidos nacionalistas; y por el otro, con Ciudadanos. Esto segundo exige (y he ahí la presión en ataque) que se abstenga el PP para evitar un "frente popular". Esa jugada de pizarra (amagando a la izquierda, entrando por el centro) no es sencilla.

La primera dificultad es el sentido común. El PP responderá de inmediato a la presión: "Oye, abstente tú, Pedro". ¿Por qué van a gobernar 90 diputados más los 40 de C's, si pueden hacerlo mejor 123 con idéntica posibilidad de sumar con Rivera, a lo que Sánchez se cerró en banda y con muy malos modos? Pero hay que reconocer que Sánchez, por incomparecencia de Rajoy, ha ganado la posición de pedir esa altura de miras. La clave estará, pues, en lo férrea que sea la defensa del PP y en cuánto suba la presión de la grada, tanto de los palcos VIP (mandatarios extranjeros, círculos de empresarios, líderes de opinión) como de la platea de la opinión pública.

Y aquí la pelota va y viene vertiginosamente y vuelve al otro extremo. La presión aumentará exponencialmente según las posibilidades de un pacto con Podemos. Quizá por eso, Pablo Iglesias, que no tiene un pelo de tonto, insiste en llamar "hipócrita" a Pedro Sánchez. No quiere hacer de pantalla o de trampantojo o de señuelo o de asustaviejas. El papel de los barones del PSOE será clave, porque si transmiten que no tolerarán aventuras con el populismo ni con el nacionalismo estarán desactivando la jugada del miedo.