Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

O Podemos o Puedo

LAS últimas luchas de poder dentro de Podemos pueden ser un punto de inflexión en el porvenir del partido político. El diseño de las primarias, con circunscripción única, facilita a Pablo Iglesias el control total del proceso, arrincona a los círculos y chafa a las bases. En el caso de Andalucía hay un plus de ofensa, como señala el siempre atento Marqués Perales: la circunscripción única sí permite las excepciones vasca, catalana y gallega, pero no la nuestra. Natural que Teresa Rodríguez se haya visto impelida a protestar; y con ella Kichi y un número muy considerable de cargos y de militantes de toda España.

Habrá que ver si esta crisis interna afecta a las expectativas de voto de Podemos. Viene potenciada por la inclusión de Tania Sánchez en las listas, en una especie de nepotismo sentimental en diferido. El poder de Pablo Iglesias ya resulta singular. A Podemos empieza a ser más apropiado llamarlo Puedo o Puede: por la efigie de Pablo en las papeletas y por su línea de actuación personalista.

Cierto que estamos ante una tensión clásica: la que existe entre la organización autoritaria de los partidos y el liberalismo de las democracias que los acogen. La disciplina de voto, la designación de candidatos, las listas cerradas, los argumentarios fijos, el eslogan común…, todo contribuye a forjar una férrea disciplina interna con poco margen de libertad para ningún político por debajo del gran líder. Pero también es cierto que esa tensión se debe de sentir mucho más, como es lógico, dentro de los partidos de vocación revolucionaria.

Nada menos que Shakespeare, en Tomás Moro, describió la paradoja: "Decidme sólo esto: ¿Qué capitán rebelde,/ […]? ¿Quién obedecerá/ a ese traidor, cuya proclamación/ de 'capitán' no os puede sonar bien/ llevando el adjetivo de 'rebelde'?" Los anarquistas no lograron resolver ese conflicto entre el instinto revolucionario y la necesidad práctica de sumisión; los comunistas, sí. Probablemente éste sea el modelo de Iglesias, pero habrá que ver si es el modelo de sus feligreses. Por lo pronto, al movimiento contestario interno, hay que sumar el externo. Las tímidas y crecientes resistencias de otros jóvenes líderes de izquierda a ser abducidos por Podemos tienen mucho que ver con el rechazo a los tics de Iglesias. Se proponen, incluso, formar nuevos partidos de izquierda. ¿Siente Iglesias que la tierra se mueve (levemente) bajo sus pies?

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