Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Plataformas

Las únicas que se han formado en los últimos 20 años han sido a favor y en contra del derribo de la Aduana

En Cádiz una plataforma era lo que había en el Dique, como se llamó siempre a Matagorda (ya saben el chiste: "¿Ojú? Po ya no voy"). "Mi primo Federico estaba lanzando con mucho ahínco, se le clavó el anzuelo en el guardabarros de un R5, fue volando pal Dique y se clavó en una plataforma, mira por donde el gachó, entró fijo en Matagorda". Con el paso del tiempo y la irrupción de las nuevas tecnologías (esa entelequia llamada astillero 4.0 o como se le diga) se fue abandonando desde el vapor del Dique a las contratas de astilleros. Ahora hay empresas auxiliares y un clúster naval, aunque no sirva para nada. El caso es que las plataformas eran hace unos pocos años iniciativas ciudadanas para la defensa de algún punto de vista. Yo, que como el Selu, llevo 30 años montando plataformas, sé de qué va la cosa. Plataforma contra el Palacio de Congresos en Santa Bárbara(éxito), plataforma para que el solar donde está ahora el Hotel Playa fuera un espacio público (fracaso), plataforma Astilleros para Cádiz al objeto de que no se hiciese la City del Siglo XXI que pretendía hacer el PSOE (éxito), plataforma de apoyo al comercio tradicional para que no se hiciese un hiper de Alcampo en los terrenos que fueron de la Unión Cervecera (éxito), plataforma en defensa del Mora (fracaso) "yo quiero que cierren el Mora y se quede mi suegra dentro" según versión de Los Príncipes Encantados. Todo así. Llegó un momento en el que Antonio Hernández Rodicio me llamaba plataformista: y a mucha honra. Era una época donde los sindicatos, las asociaciones de vecinos y ese engendro que llaman sociedad civil tenía un cierto vigor en la ciudad y se involucraban en todo tipo de debates. Ahora en lugar de plataformas se crean mareas de todos los colores del arco iris, siempre compuestas por los mismos. Debe ser el signo de los tiempos. Las únicas plataformas en los últimos 20 años son las que se han formado para el mantenimiento y el derribo de la Aduana, asunto de alcance menor pero que ha adquirido un protagonismo en la ciudad, lo que supone un síntoma evidente de su decadencia. Encima cada plataforma la constituyen dos personas. Plataformas por colleras se llama eso. La única diferencia son los pliegos de firmas que acompañan a cada cual. La ciudad mira con sonrisa escéptica ese agitado debate como si fuera una partida de tenis de dobles, con la indiferencia habitual de los naturales de la Trimilenaria. Mientras tanto el alcalde está en lo que tiene que estar: el carnaval.

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