Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Placeres

La película de Spielberg es una doble declaración de amor al cine y a los periódicos

El hedonismo y el puritanismo han contribuido a su manera a banalizar el concepto de placer. ¡Qué pena que sea pecado!, cantaba Ángela Carrasco en Jesucristo Superstar. También se ha banalizado el concepto de pecado, pero como diría Irma la Dulce ésa es otra historia. El placer es una conquista irrenunciable del ser humano. Lo opuesto al dolor, que no es su contrario sino su complementario porque juntos completan la pieza perfecta de este producto de la biología capaz de construir catedrales y de provocar guerras y calamidades.

La historia de la humanidad es una doble lucha por alcanzar los placeres y por renunciar a ellos, en algunas ocasiones porque nunca se llegaron a disfrutar, nunca se tuvo una percepción de que eso podía llegar a ser tan placentero. Dos de los mayores placeres del siglo XX se nos ofrecían de la mano en la tarde del sábado por un módico precio. La película Los archivos del Pentágono es una doble declaración de amor que Steven Spielberg le hace al cine en pantalla grande y a los periódicos de papel, representados por el Washington Post y el New York Times, pero válida para cualquier otra cabecera.

El que vea esta película que empieza en la guerra de Vietnam y termina con el Watergate sacará sus propias conclusiones. Somos periodistas para los gobernados, no para los gobernantes. Yo me quedaría con ese titular, porque las películas son como los periódicos: tienen una portada y un gran titular. Hay gente que ya no ve películas en el cine y mucha más que no ha leído en su vida un periódico de papel, dos placeres que la estulticia quiere convertir en superfluos cuando en realidad son dos pasajes imprescindibles para la contemporaneidad. El siglo XX es el siglo del hombre de la calle, dijo el que fuera presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson.

El onanismo tecnológico intenta proporcionar alternativas que no pasan de sucedáneos a esos placeres que son hijos simbólicos de la Revolución Francesa. La palabra placer no desaparecerá de nuestro vocabulario, es demasiado comercial, pero los verdaderos placeres quedarán arrumbados en el trastero de la historia. Qué dolor más grande pero qué gozada haberlos disfrutado. Aceptar su pérdida es una claudicación deshonrosa que nunca entenderé. Los buscaremos en Las Edades del Hombre.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios