EL Sábado de Gloria hizo honor a su nombre. Yo -por un paseo marítimo, bajo un sol alegre y juvenil y amarillo-limón, a juego con las mimosas florecidas, mecidas por una brisa salada y fresca; cruzándome con felices visitantes e indígenas; contemplando el azul de la bahía- tuve un momento de debilidad. Pensé bien del Ayuntamiento.

Esta Semana Santa estupenda, el tiempo ha acompañado el paso de los días como una banda de música afinada y grandiosa. Se habrán despertado muchos agradecimientos municipales. Es un fraude de ley de la causalidad. Y pasa con todas las administraciones. Tendemos a considerar un mérito del Estado el status quo. Nadie lo ha descrito mejor que los italianos, cuando exclaman, aunque haciéndose teatralmente los ofendidos: "Piove, porco Governo!" Como la frase no se dice en la pluviosa Inglaterra, sino en la soleada Italia, hay que entenderla sensu contrario: "Hace sol, ¡viva el presidente!" La prueba es que fue un italiano, Giulio Andreotti, el que formuló este principio fundamental: "El poder desgasta, sobre todo cuando no se tiene".

Volviendo a nuestro paseo, un análisis serio debería concluir 1) que la Corporación Municipal no tiene nada que ver con el anticiclón de las Azores; 2) que las acacias en flor son una maravilla, como mínimo, desde los tiempos de JRJ y de los impresionistas; 3) que el Paseo Marítimo lo hizo otro ayuntamiento y, en todo caso, con nuestros impuestos; 4) que al mar no le interesa la política, al menos la local; 5) que la arena brilla desde el inicio del mundo y 6) que la primavera es así. También hay que darle a cada uno lo suyo y reconocer que la limpieza del acerado sí es un mérito, y no es poco, y se aplaude. Los mismos matices habría que hacerlos con respecto a los gobiernos autonómico y nacional, pues hay quien vota entusiasmado por recibir su pensión o por la existencia de la Guardia Civil o según los ciclos económicos globales. También pasa lo contrario, verdad, pero menos, aunque nos quejemos como italianos.

El factor "agradecimiento universal" ha tenido que ver, sin duda, con los resultados en las elecciones andaluzas, y jugará un papel (o papeleta) en las municipales y en las generales. Claro que las municipales serán en mayo, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, y las generales serán en el invierno más crudo, cuando hace un frío que pela. ¿También en la fecha se equivocarán Arriola y Rajoy?