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La cuestión independentista catalana provoca hartazgo, los dimes y diretes sobre el referéndum causan hastío, las amenazas de Puigdemont y sus acólitos resbalan porque existe la convicción de que no las van a cumplir, no las pueden cumplir. Pero perdónenme que insista en la cosa catalana, porque está tomando un sesgo que merece ser contado, comentado, aunque no sea más que para tranquilidad de todos: los independentistas se mueven hoy en el más rotundo de los ridículos y sus baladronadas no son creíbles.

Pobres catalanes, con estos dirigentes que no tienen más objetivo que lograr la independencia y se han olvidado de que su principal responsabilidad es gobernar y garantizar el mejor nivel de vida para los ciudadanos que los han elegido. Puigdemont es hoy una desgracia para Cataluña, pero lo son también Mas, los múltiples miembros de la familia Pujol, los ex consejeros que actuaban como virreyes en los tiempos del pujolato también y algunos de los actuales, aunque al menos uno de ellos, Baiget, tuvo la decencia de decir lo que piensan muchos altos cargos que callan por temor a represalias. Tenían motivos para ese temor: a Baiget le llegó la destitución fulminante y ha sido sustituido por Santi Vila, uno de los nombres que "suenan" como posible candidato a la Generalitat por el PDeCat, porque Puigdemont no quiere y Artur Mas no puede porque está inhabilitado.

El espectáculo es dantesco para los independentistas, por eso perdonen que insista en resaltarlo: la Generalitat no encuentra proveedores ni funcionarios para celebrar el referéndum, ERC ha declarado ya públicamente que está harta de todo y advierte que si no hay referéndum rompe su alianza de gobierno con Puigdemont. Lo que significa elecciones anticipadas y que Junqueras puede presentar su candidatura a la Generalitat sin haber firmado nada que le inhabilite. Homs, que también tenía aspiraciones muy altas y que sufre inhabilitación por el 9-N que le ha hecho perder su escaño de diputado, ha dicho muy gráficamente que está "hasta los huevos" de todo, lo que indica el grado de frustración que se respira en el independentismo, y la mayoría de los compañeros de Baiget denuncian la falta de libertad para decir lo que se piensa cuando se pertenece al círculo de Puigdemont. Santi Vila no, Santi Vila dice que hay que obedecer a Puigdemont. Mensaje que cae en saco roto, porque obedecer a un presidente enrabietado, enloquecido, mentiroso y manipulador conlleva la inhabilitación política y la pérdida del empleo, mientras que la desobediencia limita las consecuencias a la pérdida del cargo en el gobierno.

El presidente de la Generalitat, en ese ambiente que huele a incertidumbre, desazón, inquietud y miedo, ha presentado la nueva Ley del Referéndum. Una ley para un referéndum que no se va a celebrar, sin medios para colocar urnas en colegios electorales que no abrirán, y sin funcionarios que garanticen la limpieza de la consulta que pretenden que sea vinculante. Patético.

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