QUE el enfado de la dirección del PSOE con sus concejales de Benidorm que se hicieron con la Alcaldía gracias al voto de un tránsfuga del PP fue una patraña se demostrará del todo cuando haya otras elecciones municipales (el año que viene).

Fue en septiembre pasado. Los doce concejales socialistas, entre ellos la madre de la número tres del PSOE, Leire Pajín, decidieron tomarse la revancha contra el PP, que dieciocho años antes les había birlado la Alcaldía en una operación igual de ilegítima que convirtió en regidor a un entonces desconocido Eduardo Zaplana.

Se sirvieron en frío, pues, la venganza por la faena de los zaplanistas, aunque para ello tuvieron todos ellos que desobedecer la orden de la dirección socialista, y especialmente la mamá Pajín hubo de desoír a Leire, la de la conjunción planetaria. Entonces urdieron una salida con pretensiones de airosa: se dieron de baja en el PSOE. Ya no eran tránsfugas, sino independientes que respondían al interés del pueblo de Benidorm, ansioso de deshacerse del alcalde del PP. No podía, el pueblo, aguantar ni un minuto más.

Aquello olía fatal. Olía a lo mismo que otras muchas acciones de transfuguismo realizadas por toda la geografía nacional, en las que los partidos conquistan o reconquistan ayuntamientos comprando votos que las urnas no les dieron y, para disimular, hacen como que expulsan o aceptan la dimisión de sus militantes que participan en la ilegítima maniobra. Se pudo comprobar el mismo día de la moción de censura, cuando los doce formalmente ex socialistas recibieron el aplauso fervoroso de los socialistas de la comarca, que seguían considerándolos doce de los suyos.

Se ha comprobado cuatro meses después, tras conocerse que el nuevo alcalde y sus ediles aportan una parte sustanciosa de sus salarios como cargos públicos a las finanzas de la agrupación local del PSOE. Más de seis mil euros lleva ya ingresados la agrupación de esta procedencia, que reconoce que es su principal medio de funcionamiento. "Donaciones personales", las llaman, en vez de lo que son: sus cuotas de afiliados que no figuran en el censo de militantes sólo porque hay que disimular.

Se comprobará, finalmente, en la primavera de 2011, cuando se preparen las listas electorales y el PSOE de Benidorm proponga como candidatos suyos a los mismos que hicieron el paripé de borrarse del partido en septiembre -gracias a cuyo dinero la agrupación socialista de Benidorm continúa en pie- y el PSOE valenciano y el PSOE federal acepten la vuelta de los hijos pródigos que nunca se fueron de verdad de casa. Y aquí paz y después gloria. Como hizo el PSOE andaluz en Gibraleón.

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