Palmeros

Los intereses partidistas han llevado al propio alcalde a defender las tesis separatistas sin entrar al fondo del asunto

Podemos volvió a vetar, esta semana en el Congreso, la venta de armas a Arabia Saudí . Esto supondría renunciar a construir las corbetas que garantizarían cinco años de actividad y 10.000 empleos a los astilleros. Lo que aún no ha explicado Pablo Iglesias ni nadie es cómo se ganaría la vida el personal a partir de entonces. PP, PSOE y C,s tumbaron los planes de unos podemitas que por lo visto no tienen presentes las necesidades de esta Bahía, ni a su propio alcalde, José María García, que plasmó en su día: "Uno primero tiene que llevar el plato de comida a sus hijos, pero la paz mundial no puede caer sobre las espaldas de los trabajadores". Y más pragmático, sentenció: "No creo que nadie que se oponga a contratos como el de Navantia y Arabia Saudí gane las elecciones en Cádiz". Y tiene razón.

Pero a la dirección de Podemos se le pasa por alto que no se puede gobernar desde el activismo. El alcalde parecía consciente de ello en los últimos meses, imitando la táctica de Rajoy en estado puro. Al contrario que al principio de su mandato, cuando hablaba a todas horas de cualquier asunto, adoptó un perfil más discreto. De hecho, al equipo de gobierno de Cádiz, como admite alguno en privado, no sólo le preocupa la posición de Podemos respecto a los astilleros. Tampoco están cómodos con el relato de su dirección ante el desafío independentista, por miedo a que les penalice en los próximos comicios. El llamamiento de Iglesias y Colau a salir a la calle para defender las ideas de los separatistas se observaba hasta ahora con preocupación. Pero los intereses partidistas al final han obligado a todos a alinearse con su discurso. El propio alcalde de Cádiz, que había pasado de puntillas, señaló el jueves que cada día existen más independentistas gracias al PP: "La solución es el diálogo, no la guerra. La democracia, no la violencia", espetó. El menosprecio de los independentistas por los que piensan diferente no le merece un triste tuit. Ni siquiera el hecho de que Puigdemont y compañía hayan utilizado todos los resortes del Estado durante lustros para desarrollar su propia política, en detrimento del resto. Es más, cuando gozan de las máximas cuotas de autogobierno, han convertido el Estatut en su aperitivo como programa hacia la independencia. Pero esto a Podemos le parece genial. De ahí que se le llene la boca con las palabras "pueblo, democracia y libertad", sin entrar en el fondo del asunto.

La táctica empleada por los separatistas -y jaleada por los podemitas de palmeros- es vieja. Responsabilizan al Estado de la crisis, la corrupción, el paro, la fuga de cerebros... como si los políticos catalanes no tuviesen nada que ver. No en vano, el nacionalismo siempre necesita un enemigo exterior para respirar y echar balones fuera. Y luego no se cortan: igual que dicen respetar las ideas de quienes rechazan la desconexión, exigen respeto a sus ansias separatistas, una equidistancia que les valdría para que sus atropellos queden impunes. En fin, puede uno indignarse por la lamentable falta de iniciativa política de Rajoy, pero de ahí a respaldar la ruptura unilateral, sin respeto por las reglas del juego democrático, dista un mundo. El alcalde es tan consciente de ello como de las necesidades de astilleros. Pero el activista que lleva dentro no le deja verlo.

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