Urgente Afligidos suspende su salida este Jueves Santo en Cádiz

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Hoy se produce una de esas votaciones en las que apetece estar en el censo. Todo el mundo pregunta ¿quién va a ganar? La jefatura del PSOE no es sólo un asunto de socialistas, aunque en su encarnizada pelea familiar ellos no se den cuenta. Tendrá profundas consecuencias para el futuro del país. El debate del lunes fue clarificador. Esa sinceridad se agradece en los políticos, siempre tan falaces en público. Susana y Pedro se han dedicado tal cantidad de falsos elogios en los últimos años, y han rajado en privado tanto el uno del otro, que ya era hora de que se recriminaran delante de las cámaras los agravios recibidos.

Puede que ambos hayan convencido a la opinión pública que tenían razón en sus reproches. Ha sido como la prueba del algodón. ¿Fue desleal Susana con Pedro? Enseguida empezó a lanzarle pullas en los medios. También deben ser ciertas las 32 gestoras promovidas como dirigente, porque nadie del equipo de Díaz lo ha desmentido; lo que acrecienta su leyenda de killer. La complicidad con el PP por la abstención vale para casi todo el PSOE oficial y las opiniones contradictorias sobre el diseño territorial del país afectan a los tres candidatos.

Sánchez también tiene lo suyo. Se le ve verde, además de volátil. Y omite una parte de su historia: viene del sector liberal del partido y fue en las anteriores primarias el candidato de ese aparato que ahora denigra. Entonces Susana amadrinó la llegada de Pedro a la secretaría general, en su empeño por anular a Madina, porque forzó las primarias. El ex secretario general ha puesto en cuestión el liderazgo colaborativo de su adversaria. Ha documentado que Díaz no consultó su acuerdo de legislatura con Ciudadanos para la investidura en 2015. Reunió al Comité Director del PSOE-A ya elegida presidenta.

Es relativo lo que ha dicho Susana de que si no remonta los resultados electorales se marcha. Porque ella, tres años después, no mejoró las cifras de Griñán en 2012. Perdió un 4% y 100.000 votos, con los mismos escaños que su predecesor. El PP perdió más de medio millón de votos, pero ¿eso es remontar? La lógica dice que hoy ganará la candidata oficial. Aunque para considerar satisfactoria su victoria, la favorita debería conseguir mayoría absoluta. Lo contrario sería un semifallo. Si triunfa, está por descubrir su verdadera personalidad, porque todavía tiene muchos reflejos de otros.

En sus discursos públicos remeda la entonación de Felipe González, sin su hondura. Su trato con el pueblo llano recuerda al populismo castizo de Celia Villalobos. Y su gestión del partido revela devoción por el control guerrista. Pero el guerrismo dio potentes líderes locales, mientras que el susanismo ha aupado a Heredias o Verónicas Pérez: el PSOE andaluz nunca tuvo líderes locales o provinciales con menos autoridad social que en la actualidad. Así que, pase lo que pase, a partir de hoy muchas dudas y pocas certezas.

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