EL Cádiz llega a estas instancias finales del campeonato sin haber hecho los deberes correctamente y una vez más se llega al viejo tópico de que lo que mal empieza, acaba peor. El rival en liza es un equipo filial, uno de los que parten con la aureola de ser los que adulteran la competición, ya que si se encuentran entre los tres primeros clasificados no podrían ascender y si realizan una buena temporada y el equipo nodriza, o sea el Sevilla FC, por las circunstancias de este peculiar deporte descendiese, automáticamente bajaría de categoría. Si a todo esto le añadimos que más allá de las lógicas bajas que se producen por lesiones, baja forma o sanciones, les añadimos las de aquellos jugadores que requiere el técnico de la primera plantilla, debilitan aun más el potencial de los filiales en general y el del Sevilla Atlético en particular. A las prueba me remito: Fazio, Crespo y Prieto no juegan por estar de vacaciones con el primer equipo y Lolo, Casado y Salva Sevilla por sanción. Hay otros jugadores que son duda por lesión. Indiscutiblemente esto favorece los intereses del Cádiz, que está sumamente necesitado de ganar para poder llegar a la última jornada sin el agobio de tener que puntuar para salvar la categoría. Pero ¿qué sucedería si en lugar de jugarse un Cádiz-Sevilla Atlético se jugara un Alavés-Osasuna B o el propio Xerez -Sevilla Atlético? Seguramente pondríamos el grito en el cielo quejándonos de la situación. De todas maneras, aunque desde muchos sectores se dé como segura la consecución de los tres puntos, sigo manteniendo mi total confianza en los deportistas y veo difícil que el técnico hispalense pueda decirles a sus pupilos que no salgan a darlo todo. Se trata de jóvenes con proyección, a los que se les exigirá que rindan al máximo en el futuro.