Nihilismo y pedagogía

El aprobado por la cara es una tradición universitaria, pero el sobresaliente fue sobrepasarse

El Tribunal Supremo ha condenado a siete años de inhabilitación a un profesor de Pedagogía de la Universidad de Granada. Puso sobresaliente a una alumna que no aprobó ni un examen ni fue a clase y a la que ni conocía. El sobresaliente permitió a la alumna aprobar otras asignaturas por compensación y sacarse el título meses después. No conozco el recurso de la defensa del profesor, que el Supremo ha rechazado sin aplicar la ley del talión (ojo por ojo y sobresaliente por sobresaliente), pero me encantaría.

Tal vez alegase un "aprobado general individualizado", en sabroso oxímoron. Lo cierto es que una universidad que permite los aprobados generales y, sobre todo, compensar asignaturas, no tendría que ponerse demasiado estrecha. Existe, además, una tradición del aprobado por la cara que puede sentar jurisprudencia. Pi y Sunyer decía: "Ya les suspenderá la vida", dejando que la realidad le hiciese su trabajo. Las primeras palabras de Francisco Giner de los Ríos en su cátedra de Filosofía del Derecho en la Universidad Central eran siempre las siguientes: "Señores, en esta clase no se pasa lista ni se tiene en cuenta a quienes asisten ni a quienes no. Y, por supuesto, al final del curso todos ustedes serán aprobados. De manera que yo aconsejo que vengan solamente aquellos a quienes interese lo que aquí se diga". Contra los que estudian sólo por aprobar, qué mejor remedio que aprobarlos, pensaba Giner, como aplicando la tesis de Oscar Wilde de que "la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella". Pero una cosa es aprobar y otra poner sobresaliente, que parece recochineo.

Por eso, uno entiende que la justicia ordinaria se ponga seria, aunque contempla el caso con simpatía por justicia poética. Luis Alberto de Cuenca pide en un poema a la chica de sus sueños: "Sé buena, dime cosas incorrectas/ desde el punto de vista político. Un ejemplo:/ que eres rubia..."; y añade: "o que disfrutas/ pegando a un pedagogo o a un psicólogo..." De Cuenca lo dice medio de broma, pero el profesor lo ha hecho en serio. Siendo el titular del Departamento de Pedagogía y Orientación Escolar, sugiere que no tener ni idea, teniendo en cuenta para lo que sirve su asignatura, es lo mejor. "El saber sí ocupa lugar", decía Cernuda, "y tanto que puede desplazar a la inteligencia". Para los que nos maliciamos que la neopedagogía ha hecho mucho daño a la enseñanza, la noticia tiene su gracia.

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