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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Negro, blanco, árabe

SEGÚN una encuesta que acaba de publicar la fundación catalana Jaume Bofill, los cuatro millones de inmigrantes con papeles que hay en España no piensan irse. El objetivo del Gobierno de facilitar su retorno va a pinchar en hueso. Los inmigrantes tienen una visión del presente y del futuro más optimista que la de los autóctonos. Están tan satisfechos de la acogida que sólo desea volver a su país un 10 por ciento de los que llevan en Cataluña menos de cinco años, y un 2 por ciento de los que residen allí desde hace más de dos lustros. No creo que el medio millón de residentes extranjeros en Andalucía tenga otro punto de vista. Así que todos debemos ir pensando más en la integración que en la devolución de unos trabajadores con los mismos derechos que los españoles, excepto el voto. La crisis económica traerá alguna tentación racista. Tampoco hay que alarmarse, porque ya ha ocurrido en otras naciones europeas.

Un socialista, el presidente de la región mediterránea del Languedoc-Rosellón, la vecina francesa de Cataluña, protagonizó un escándalo en Francia hace año y medio. Georges Frêche dijo que en la selección francesa de fútbol había demasiados negros. "Hay nueve de once y lo normal sería que hubiese tres o cuatro". En los blogs de internet acribillaron a Frêche, un pied noir originario de Túnez. Uno de los comentarios era muy ilustrativo: "Si cree que sólo debe haber un 30 por ciento de negros en la selección de fútbol, para reflejar la realidad del país, entonces propongamos un 30 por ciento de negros en la Asamblea Nacional, otro 30 en el Gobierno y otro 30 de presentadores en la cadenas públicas de televisión".

Estas polémicas xenófobo-futbolísticas no son nuevas en Francia. El líder ultraderechista francés Jean-Marie Le Pen en vísperas del Mundial del 98 también se quejó de que los blancos de pura raza francesa no fuesen mayoría en la selección. Para su desgracia, aquel equipo capitaneado por Zidane y Thuram se proclamó campeón del mundo y provocó un fenómeno social de integración sin precedentes en la historia gala: el eslogan multirracial fue black, blanc, beur, que traducido sería algo así como negro, blanco, árabe. En España no será tan fácil, porque la selección de Luis está lejos de poder ganar la Eurocopa y además no tiene extranjeros, ni negros, ni árabes, ni sudamericanos de raíces indias. Y, sin embargo, ese es el futuro, no del equipo nacional de fútbol, sino de los componentes del Congreso o el Gobierno, como reclamaba el internauta francés.

Esta sociedad debe ejercer su capacidad de integración social con una población joven y emprendedora que puede aportar mucho a su economía y a la propia identidad nacional. No es una novedad; ya pasó con iberos, celtas, cartagineses, romanos, visigodos, judíos, árabes y todas las razas y civilizaciones que han dado lugar al español actual.

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