Cuarto de Muestras

Monarcas

En apenas diez años Juan Carlos ha pasado de la mayor de las consideraciones a servir de mofa

En España siempre se ha hablado mal de los reyes que no reinan y de los que reinan también. En vida de don Juan circularon historias de todo tipo propagadas, a decir de los monárquicos, por el franquismo para que el pueblo no lo reclamara como monarca. Ahora le ha tocado el turno del descrédito al rey Juan Carlos, al que llaman emérito aunque a mí no me sale.

En apenas diez años Juan Carlos ha pasado de la mayor de las consideraciones a servir de mofa. La historia imagino que le hará justicia y le reconocerá el haber llevado a este país tan cafre a una etapa de bienestar difícil de imaginar sin su implicación. Ese período llamado transición política en el que el miedo y la ilusión hicieron gobernable España. La palidez de su cara en muchas imágenes históricas es la viva expresión de hasta qué punto era complicado el invento. Hoy en España reina el desencanto, como en aquella película de los Panero en la que los hijos van destruyendo la memoria de su padre evidenciando su propia locura y decadencia.

Parece que la monarquía cayó en desgracia en España cuando el rey Juan Carlos tuvo la mala pata de caerse en Botsuana y se le criticó que estuviera cazando elefantes y que estuviera con su querida, dos aficiones, todo hay que decirlo, muy borbónicas. A partir de ese momento, y por más que la reina Sofía forzara su sonrisa, la familia real empezó a descomponerse y de nada sirvió que el rey pidiera perdón y mostrara propósito de enmienda. Antonio López, como Goya en otro tiempo, pintó la decadencia en un retrato que mantuvo escondido durante años hasta saber que era el momento de mostrar una realidad que se había hecho evidente, una familia real sin porte regio alguno.

Llevaban tiempo vendiendo eso de que la realeza se tiene que adaptar a los tiempos, que no se pueden casar entre ellos, que tienen que perder esas aficiones tan poco políticamente correctas y que su labor institucional ha de quedar relegada a presidir finales deportivas, celebraciones conmemorativas y a rellenar algunas páginas de las llamadas revistas del corazón. Cualquiera diría que se les ha ido la mano en eso de parecer una familia normal y más parece una familia desestructurada en la que algunos miembros no se hablan entre ellos, los hijos se han casado muy mal y hay un yerno sinvergüenza que les ha hecho perder la consideración social. Me gustan más los reyes de antes, gobernaban hasta en su casa.

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