Efecto moleskine

Ana Sofía Pérez-Bustamante

Mordaza de lobos (teoría de Wikileaks)

ACABO de leer un largo artículo de Javier Moreno, el director de El País, sobre "Lo que de verdad ocultan los Gobiernos" en relación con Wikileaks: básicamente, su malestar e irritación porque salgan a la luz los trapos sucios de la democracia, revelando la gran tomadura de pelo de un sistema que, amparado en la voluntad popular, funciona a su aire, fiel a intereses particulares nunca filantrópicos. La pregunta de fondo es si es conveniente que toda esta basura vea la luz. Recuerdo un powerpoint, de esos que circulan por la web, sobre la maledicencia y el cotilleo: era de vaga inspiración budista y venía a decir que antes de contar algo sobre alguien a un tercero, debes evaluar si estás seguro de la veracidad de la noticia, si del conocimiento de la misma se deriva un beneficio para el que la recibe, y si el hecho de conocerla puede ayudar a evitar algún tipo de mal. Aplicando esto a las filtraciones de Bradley Manning y el modus operandi de Wikileaks, encuentro que, siendo la información veraz, conocer las maniobras en la oscuridad de las clases políticas, diplomáticas, administrativas, judiciales, financieras y militares es necesario, sí, pero sólo será bueno si la sociedad asume el deber de tomar medidas para atajar y remediar los desafueros, y para penalizar a los infractores. Yo no sé hasta qué punto nuestras democracias tienen estos resortes de autocorrección, ni estoy nada convencida de que las clases dirigentes (tanto políticas como económicas) tengan ningún interés en que se generen. Más bien lo contrario. De hecho, la única consecuencia visible de estas revelaciones es la persecución de Julian Assange. Tampoco sé hasta qué punto es consciente la sociedad de que la democracia es algo que continuamente debe estar rectificando la humana tendencia a la entropía, algo que exige una constante refundación. Y, en suma, ignoro en qué medida cabe hablar de "la sociedad" como algo existente, real y operativo frente a "el sistema". Nos gusta vivir en la autocomplacencia y fingir que nosotros, en el limbo buenista de España, somos muy diferentes de los malignos Estados Unidos. En fin, leo el discurso de recepción del Premio Nobel de Mario Vargas Llosa y elijo refugiarme en el mito de una literatura salvífica y creadora de conciencia. Por eso hoy, lunes 20 de diciembre, les digo, con palabras de Carlos Edmundo de Ory, que "Me extraña la palabra amor en el verbo amordazar". Por ejemplo. O que "El lobo es un hombre para el lobo".

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