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Mil locales vacíos

Se considera que alquilar un local e invertir en Cádiz es como un suicidio económico. Se les ve como majarones

Además del alumbrado navideño, el comercio gaditano tiene otros problemas. En Cádiz puede haber unos mil locales vacíos, según algunas estimaciones del sector inmobiliario. Esos mil locales suponen mucho dinero que no ingresan sus propietarios. Pero también son mil posibles negocios de los que no dispone la ciudad, ya que que se podrían utilizar para comercios u oficinas de empresas. Si trabajaran en ellos una media de sólo tres empleados, serían 3.000 parados menos en Cádiz. Con datos como éste, se confirma que la prioridad de Cádiz no son las ayudas sociales, sino el empleo. Cuantas más personas trabajen, menos necesidades sociales tendremos. Un pobre lo es cuando no cuenta con ingresos para vivir dignamente.

El talante fenicio gaditano se está perdiendo, y es lamentable. No pasa sólo en la calle Ancha, como escribió el sábado pasado José Ramón del Río, que vivió en la casa del Bar Liba. Recordamos aquella calle Columela de otros tiempos, con comercios que dejaron de existir, desde Crédito Rucas a Vicente del Moral. O la plaza del Palillero de Merchán y Hermu. Han sido sustituidos por franquicias o tiendas de marcas, que han dado otro aire a esos locales. Siguen existiendo como comercios, pero el retorno económico para la ciudad no es igual.

¿Y cuántos almacenes de ultramarinos se han perdido en Cádiz, desde hace medio siglo? ¿Y cuántas tiendas familiares de todo tipo? Aquí se han cerrado incluso algunos establecimientos de origen chino, que perdieron surtido tras lo que pasó con Gao Pin y su emporio de Fuenlabrada.

A día de hoy, se considera que alquilar un local e invertir en Cádiz es como un suicidio económico. Se ve a esas personas como majarones predispuestos a la ruina. Contribuyen a ello las trabas burocráticas que se encuentran los autónomos. En los últimos años sólo proliferan bares. A veces suponen el cambio de un bar arruinado por otro nuevo, que busca una idea diferente para evitar que le pase lo mismo.

Potenciar el comercio debería ser prioritario para el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. Sin embargo, el alcalde González está más preocupado por mantener a Cádiz como una ciudad empobrecida y necesitada de clientelismo social. Se crea así un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Desde la pobreza (incluso mental) se crea más pobreza económica. Para empezar a funcionar, se necesita un cambio de mentalidad en el Cádiz profundo. No basta con la lluvia de millones de la ITI, que puede desembocar en la enésima frustración.

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