EN la primera comparecencia pública como máximo responsable de la primera plantilla del Cádiz, Raúl Procopio, que llegaba tras la marcha de Calderón y la anterior de García Remón, logró cambiar la cara del equipo en un accidentado partido ante el Albacete, donde los jugadores tuvieron una actitud encomiable que les permitió sacar un resultado positivo y el reconocimiento popular. En Vigo se vive una situación similar a la de Cádiz, un equipo que nació esta temporada con el objetivo claro del ascenso y que se ve en el tramo final de la competición a cinco puntos de los puestos de descenso. Incluso a los más viejos del lugar se les están apareciendo los fantasmas del anterior descenso en la temporada 79/80, coincidiendo en que a pocas fechas para su finalización aún se seguía hablando de ascenso y semanas después estaban abocados a la Segunda B. Los celtiñas acaban de poner en el banquillo a su cuarto entrenador de la temporada. En esta ocasión se miró a la cantera y el elegido, Alejandro Menéndez, es el revulsivo con el que pretende revertir la dinámica negativa de las últimas jornadas, convirtiéndolo en el Raúl Procopio del Cádiz. La novedad de Limia en la portería es una decisión lógica de un entrenador que debe contar con toda la plantilla que tiene a su disposición. Y si alguno de los componentes falla, es normal que el compañero que trabaja con profesionalidad tenga su sitio en el titular, sobre todo en un puesto que requiere una confianza absoluta, ya que es el encargado de transmitir seguridad a su defensa y al resto de los compañeros de equipo. En su tercera temporada, es como si se tratase de un nuevo debut, por la falta de continuidad.